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—Max Verstappen pierde el Campeonato Mundial CIK-FIA en KF3 aquí en Salerno. —Los parlantes de la pista sonaban en un recuerdo molesto para su ser. —Después de cinco victorias consecutivas, este es su primer segundo lugar por tener que salir de la pista ante la acción de Leclerc. —Por las pantallas se observaba como el mencionado se ponía al lado del otro vehículo con el propósito de adelantar a su rival antes de la curva rápida hacia la línea de meta, pero en ese momento el motor de Verstappen no respondió como se suponía que debía por un fallo eléctrico y al ser chocado, no pudo retomar el rumbo y terminó saliendo. —Es una pena que el joven Verstappen tenga que renunciar por enésima vez a conquistar un título sin ser su culpa.

Se vio a sí mismo por la pantalla, observando con impotencia cómo el vehículo del joven arrogante se alejaba rápidamente para conseguir la victoria. Una mezcla de emociones lo invadió, su mente de catorce años estaba difusa, atrapada en un estado de trance entre la ira y la frustración.

Enojado consigo mismo y con su desastroso espectáculo, tomó su kart y comenzó a empujarlo fuera del circuito, quería salir lo más pronto posible. Mientras lo hacía, aun con el casco aún puesto y el visor sin levantar, se apresuró a buscar entre la multitud la figura de su padre. Su corazón dio un vuelco al verlo entre los espectadores, su mirada clavada en el totalmente llena de decepción. Apretó el alerón con miedo al ver cómo este empujaba a algunos espectadores para abrirse paso rumbo a la parte trasera del circuito, donde todos los "talleres" se encontraban.

Se apresuró a mover su auto ante la insistencia del marshal de turno para que se llevara su vehículo con más prisa. Al sacarlo, observó con amargura el podio donde un emocionado Charles Leclerc era aclamado por su familia y compañeros. La sonrisa de satisfacción en el rostro del otro piloto le producía una mezcla de envidia y ganas de gritar.

Los periodistas locales se le acercaron para preguntarle cómo se sentía, pero permaneció en silencio, incapaz de articular una palabra. Ante su falta de respuesta, los reporteros volvieron su atención al ganador de la carrera, dejándolo solo en medio del lugar.

Apretando los puños con fuerza, siguió empujando su auto, deseando desaparecer de la vista de todos. Odiaba las miradas de lástima que le dirigían mientras se dirigía al taller, detestaba sentirse tan expuesto y vulnerable frente a los demás. No necesitaba su compasión, la repudiaba.

Al llegar a su estancia, encontró a su padre de espaldas, recogiendo todas las herramientas para tirarlas a la caja. No tenía cuidado alguno y solo las lanzaba con fuerza. Se veía en sus pálidas manos la fuerza ejercida y eso le ponía nervioso.

—Papá... —Masculló sin quitarse su casco, esperando alguna acción del más alto.
Dejó el auto a su izquierda, esperando.

No obtuvo respuesta, solo una llave siendo azotada en el suelo que hizo hacerse para atrás de la impresión.

En cámara lenta observó a su padre darse vuelta hacia él y por su visor observar los ojos del mayor. Sus pupilas se denotaban dilatadas, haciendo que su corazón bombeara lleno de terror. Sabía que aquello significaban problemas.

—¿Papá? — Repitió en un hilo de voz, ahora más temeroso que la primera vez. No era habitual que su padre se enojara en silencio; el siempre mostraba su ira con gritos, golpes o cualquier otra forma que se le ocurriera. Estaba muy familiarizado con eso.

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, observó cómo su padre se acercaba, cada paso resonando en sus oídos como un tambor de guerra.

Instintivamente, levantó las manos para cubrir su cabeza a pesar de tener el casco aun puesto, esperando el inevitable golpe que estaba por llegar.

Finding YouWhere stories live. Discover now