—¿Habéis dormido mal estos días, o tenéis algo que os preocupe? —El más alto mueve sus piernas nervioso y no se le pasa el detalle de la forma en la que se hunden sus hombros.

Noé se ve como un niño pequeño, regañado y a la espera de su castigo. Aquel pensamiento le hace querer burlarse, pero no deja que ninguna de esas emociones divertidas se muestren en su rostro.

—No... No realmente. Duermo siempre de un tirón. —Su sinceridad le resulta cómica, aun así, aquella revelación le hace detenerse en su segunda opción.

—Entonces, ¿qué os preocupa, Noé? —Su pregunta hace que el más alto abra su boca un par de veces, y al ver que realmente no quiere o sabe responder, sigue hablando—. Tener angustias constantes o un nivel alto de ansiedad hace daño progresivamente. Te recomiendo que te tomes las cosas con tranquilidad y no permitas que cosas tan mundanas te carcoman la cabeza.

Y seguidamente, le da un pequeño golpe en la frente con dos de sus dedos. Añade en un tono divertido: —Hazle caso al médico, Noé.

Y eso causa una pequeña risa en el mencionado, quien asiente mientras cubre su boca con una de sus manos. Ahora, fijándose en que todavía sostiene las pastillas antes brindadas por si mismo, le dice que lo espere hasta traer una botella de agua.

Se detiene por la manera en la que el otro pretende levantarse, lo regresa a su sitio de un golpe.

—¡Vanitas, no hace falta esto, en serio me encuentro...! —Sin evitarlo, dirige una de sus manos hacia esa cabellera teñida de un blanco de ensueño, y lo revuelve lentamente.

—Esperadme aquí. —Y sin más, se marcha hacia una de las tiendas de conveniencia más cercana. No dedica ni una sola mirada hacia atrás, decidido a darse toda la prisa posible.

Se mueve lo más deprisa posible en la tienda, pero ya hay varios clientes delante y tiene que dotarse de una buena paciencia. Mientras ya tiene el agua, decide coger algunas chocolatinas para que puedan comer en el viaje hacia el tren, piensa en que un poco de azúcar no le vendrá mal al otro.

Justo cuando se decide por una que mezcla el chocolate blanco y negro, otra mano aparece en su vista y la coge primero. Era la última; molesto mira en la dirección de la persona que se la ha arrebatado, y descubre que es una joven de cabellos platinados y de estatura algo pequeña; parece más bien una niña. Sin embargo, la mirada intensa que tiene en sus ojos lo descoloca unos momentos. Parece guardar muchos secretos.

—¿La quieres? —pregunta la chica mientras la abre y le brinda una mordida. Después se la tiende, con un movimiento agresivo.

Él se aleja de golpe, al presenciar la forma en la que invade su espacio personal y cuando intenta echarse hacia atrás pensando en lo extraña que es la chica, su espalda golpea con la de otra persona. Asustado, desvía su mirada y se encuentra con un chico más alto, de cabellos oscuros y una mirada demasiado penetrante y vacía. Por alguna razón, le resulta conocido pero no sabe exactamente de qué.

Al sentir de alguna manera que le han bloqueado el camino, dirige la vista hacia el puesto de atención y le alivia saber que aun hay gente cerca. No tiene porqué ocurrir nada malo de lo que se imagina, se dice que solo es una niña con su hermano mayor que quiere jugar. Por eso, sonríe falsamente y declina la oferta de la pequeña.

—No, gracias, realmente no me gusta mucho este sabor. Pienso en que mejor me llevo una de las amargas —y dicho y hecho, coge una tableta negra.

Y todavía manteniendo la sonrisa, acaricia los cabellos de la chica —sin centrarse mucho en el hecho del frío que emana de ella— y logra abrirse un hueco. Suerte que no ocupase mucho del pasillo. No obstante, cuando ya aliviado piensa que se ha librado de esa extraña pareja, un agarre en su hombro lo detiene. Es frío, fuerte y pesado.

𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏? | vanoé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora