— Bueno vamos a otro lado. Pero quiero que me cuentes todo — lo amenazo.

Genaro tomo mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. Salimos del baño y me condujo hasta una habitación, calculo que es de Pablo, ya que está decorada con posters de Messi y de Riquelmes.

Nos sentamos en la cama, ambos en posición de indio. Frente a frente.

— ¿Qué es lo que no me contaste?

— Cuando nos fuimos de vacaciones a Neuquén, no fue solo unas vacaciones. Mis padres me contaron que se divorciaron.

— Ay no ¿Por qué no me dijiste nada? — pregunto, le agarro la mano y acaricio sus palmas con mis pulgar, haciendo pequeños círculos.

— Porque no quería creerlo, mis papas eran la pareja perfecta se amaban desde hace muchos años. Fueron mejores amigos en la adolescencia, y de un día al otro. Decidieron que no se amaban más — habla con la vos temblorosa, nunca lloraba. Pero se notaba que el tema le afectaba muchísimo — y creo que todo empeoro cuando mamá dijo que encontró trabajo en una empresa de turismo en Neuquén. Y luego todo se fue al carajo, cuando nos dijo a mí y a mi hermano, que escogiéramos con quien queríamos vivir.

Esta vez no me contuve y lo abrace, no sé cómo se estará sintiendo. Pero Gena, siempre admiro la relación de sus papas, alardeaba de como ellos eran un ejemplo de lo que él quería. No me puedo imaginar cómo se debe estar sintiendo.

Paso sus brazos por mi espalda apretándome más él.

— Como no me dijiste antes, — me lamento —, encima cuando llegaste peleamos y paso todo eso.

— Si no fue mi mejor momento. Es que todo había cambiado en mi casa, mi papá se la pasa borracho y si no en el trabajo. Me tuve que empezar a hacer cargo de la casa, y luego vos estabas con alguien más y sentí que todo se me salía de control.

Me separo un poco de él, solo para poder verlo mejor. Sus ojos estaban llorosos, una mirada de tristeza total. Él tenía tanto adentro y nunca había dicho nada.

Tomo una de sus manos entre las mías.

— Quiero que sepas, que siempre voy a ser alguien constante en tu vida. No tienes que preocuparte por perder el control en esta amistad.

Sentía mi corazón martillando con fuerza en mi pecho, Genaro estaba sonrojado.

¿Sonrojado? Nunca lo había visto así.

Hizo un rápido movimiento, tumbándome de espalada en la cama. Genaro quedo encima mío, no me aplastaba pero su nariz rozaba la mía. Sus encantadores ojos marrones me miraban con ternura.

Inclino su cabeza haciendo que sus labios besaran mi mejilla izquierda con mucha delicadeza. Ocasionando cosquillas en mi vientre bajo.

— ¿Qué estás haciendo? — pregunto nerviosa.

Intente tocarle la cara, para que me mire. Pero fue más rápido y con sus manos sostuvo mis muñecas, con la yema de sus dedos acaricio con lentitud la palma de mi mano hasta alcanzar mis dedos y entrelazarlos con los suyos.

— Sé que sos mi x, en el gráfico. — Murmuro en mi oído—, pero me aterra pensar que te puedo perder.

Su cabeza bajo hasta mi cuello, su nariz rozo mi cuello. Podía sentir como mis dedos se enroscaban en mis zapatillas.

¿Cuándo empezó a hacer tanto calor?

— Nunca me... — solté un gemido cuando sentí su boca en mi cuello, sus dientes mordiendo —Genaro...

Sentía mis cachetes ardiendo, muchas ganas de besarlo. Maldito tonto, no me deja pensar con claridad.

Sus besos dejaban húmedo mi cuello, siendo sincera no era la única parte que comenzaba a humedecerse.

No vales la pena, lo vales todo.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें