Capítulo 38 - Muchas preguntas para hacer, un viejo odio sale a flote

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—No tenemos nada que arreglar—corrigió Róng Suírén—. Es mejor que primero arregles las cosas con tu querido hermano, yo puedo encargarme después.

Perfecto. Su idea inicial había sido esa, ver a su hermano y hacerle preguntas era lo que quería desde que despertaron en el palacio. Que él viniera por sí solo era bueno, o quizás no. Aparte de estar rodeados de soldados, sus energías seguían muy bajas; la ilusión de Wù Hé se encargó de dejarlos al límite, no era su mejor momento.

Sentía miedo, más que antes incluso. Vería a su asesino, quien le había hecho tanto daño, quien cortó cada parte de su ser. Ahora que tenía la certeza de que él era Xiāng Shén y que escapó una vez más de sus garras, ¿cómo reaccionaría?

—Llévame con él —solicitó, confiado, aunque su cuerpo comenzaba a temblar.

Róng Suírén ordenó a un soldado que los encadenara, y Xìn Yuán, al ver las largas cadenas espirituales frente a su maestro, no lo dudó y se interpuso entre ambos.

—Nadie va a encadenarnos. Si quieren que vayamos, de esta manera es más que suficiente. Xiāng Shén quiere hablar con su hermano, por lo que no escapará.

—Sigues siendo el mismo perro guardián, ¿no es así? Solo que ahora eres un sapo que se atreve a probar la dulzura de su amo. Qué atrevido y asqueroso —se burló—. Está bien, no te preocupes. Vayamos así, no necesito cadenas.

Los soldados comprendieron y dejaron las cadenas a un lado. No obstante, sus expresiones demostraban que querían ver sufrir a la Grulla Negra; ante sus ojos, era un demonio que había regresado. Por alguna razón, nadie dudaba que ese hombre fuera Xiāng Shén, quizás porque querían desquitarse con alguien. Él era el culpable de las muertes de muchísimas personas, el presunto heredero que ocasionó desastres, incendios y epidemias. Para los que no sabían nada de la verdad, Xiāng Shén no era más que una basura, un asesino sin piedad que merecía mil muertes dolorosas.

Xiāng Shén sonrió con sarcasmo, sabía que la gente lo odiaba, cualquiera que supiera su identidad lo haría, era lo lógico. Casi cualquier habitante de Xiāng, e incluso de otros reinos, perdió a un ser querido en esos últimos tres años de su vida. En todos esos desastres y masacres, era imposible que por lo menos el 75% de esos soldados no hubiera perdido a un familiar o a un amigo por su culpa. ¿Qué podía hacer? ¿Gritar la verdad? No, eso no serviría en absoluto. Nadie creería que los dioses jugaban con ellos, que maldijeron a

Nángōng Jú, y, en consecuencia, ese dios demonio trató de poseer su cuerpo para prolongar su vida algunos años más. Nadie creería que quebró su alma para nunca regresar, y que volvió a la vida gracias al demonio más poderoso de todos los tiempos. Aun para él, era una locura.

Durante todo el recorrido que hicieron para dirigirse a donde se encontraba Xiāng Fēng fueron rodeados por soldados, en ningún segundo la guardia bajó, ni se desviaron las miradas; el aura asesina no hizo más que incrementarse. Por fin llegaron a una puerta, y, antes de abrirla, Róng Suírén miró a Xiāng Shén con una sonrisa malvada.

—Prepárate.

La puerta se abrió y reveló el interior: sobre una silla decorada, y notablemente cómoda, estaba Xiāng Fēng. El susodicho conversaba con alguien que estaba de pie a su lado, un muchacho joven, de unos quince o dieciséis años; su cabello era negro carbón con hilos dorados, y sus ojos, claros y llamativos. Aquel chico iba vestido elegante, con las ropas tradicionales de la realeza Xiāng, su semblante era serio, sin ninguna expresión. Era muy similar a su hermano, demasiado...

«¿Qué demonios? ¿Es su hijo?», se cuestionó Xiāng Shén. Había algo que no encajaba, ese joven tenía al menos quince años, y de ser así, ¿no tendría que conocer a su sobrino? Las sumas no le cuadraban. «¿Será que es así de grande y tiene menos de lo que aparenta?

Grulla Negra《Hēi hè》-En corrección-Where stories live. Discover now