Me levanté con decisión aunque un leve tic en el labio mostró que aún seguía nerviosa pero no me achanté ante las miradas de todos los habitantes del bosque. Vi como los cinco principiantes al igual que yo también se ponían de pie y empezaban a bajar hasta el lugar indicado por la Sabia Anciana.

La gente me dejó pasar y yo les regalé una sonrisa en señal de agradecimiento. Noté la mirada de Neith clavada en mi espalda y la de mi hermano, clavada en mi cara. Tan solo levanté los ojos del suelo, una vez llegué al suelo y me pusé junto a los demás novatos. Habíamos formado una fila, dándoles la espalda a los demás habitantes del bosque mientras que la Sabia Anciana nos miraba con esa paz con la que hacía calmar nuestras tormentas.

‐Hoy ofreceréis vuestro bien más apreciado y más importante de vuestras vidas, la luz que emanaba en vuestro corazón y la que hará guiaros siempre por le buen camino. Los dioses han querido otorgarnos con ella y hoy, vosotros les devolveréis el favor, bailándoles con vuestra luz interior.

Naya, a mi lado, tragó nerviosa y yo copié su misma acción. Era un paso demasiado grande en nuestras vidas y ahora que íbamos a darlo, daba miedo.

–Ahora es vuestro momento, bailad y mostrarle a todos los habitantes del bosque, animales y divinidades que sois dignos de albergar esa luz.

Ahora si que había llegado nuestro momento, miré de reojo a los demás compañeros y vi como empezaban a caminar hacia la hoguera, una vez la Sabia Anciana tomó su asiento en la grada junto a sus discípulos. Me quedé quieta pero cuando vi a mi hermano mirándome con una sonrisa, no pude contener la mía, aunque con un poco de vergüenza, y empecé a caminar hacia los demás principiantes.

Yo también me coloqué alrededor de la hoguera, formando así un círculo que envolvía la hoguera. Respiré hondo y olí la madera quemada, además de escuchar el crepitar de las llamas. Me dejé llevar por el espiritualismo que se estaba conteniendo en mi interior por años y cuando la música empezó a sonar, mi cuerpo se empezó a mover sin que yo le diera ninguna orden.

Mi cuerpo sabía perfectamente como debía de moverme y realizar cada paso con eteriedad y con delicadeza. Empezamos a rodar la hoguera en sincronía mientras que esa música empezaba a embriagarme y a instaurarse en mi mente. Los pequeños saltos con los que acompañábamos la danza, era tan sutiles que podría bailar hasta morirme de cansancio.

Los pequeños aullidos por parte de los músicos que tocaban los tambores hizo que mi piel se erizara y que mis ojos rodarán en blanco como si hubieran entrado en extasis. Ese sentimiento que adoptaba mi cuerpo era realmente satisfactorio y no podía dejar de moverme por miedo a dejar de sentir aquello. La luz empezaba a mostrarse a través d emi piel, empecé a brillar y a irradiar calor. Me sentí aliberada y la naturaleza me respalda con una pequeña brisa que se enroscó alrededor de mi cuerpo.  

No veía nada en absoluto, veía borroso y todo me daba vueltas pero mi cuerpo pedía más, pedía más movimiento y yo, no pude defraudarlo. En ese momento tan solo me importaba seguir sintiéndome así, no quería dejarlo marcahr. Las llamas parecían llamarme y sus formas parecían incluso humanas que seguían bailando al igual que nosotros. Entonces la escuché, escuché la vos de la Sabia Anciana pero no paré al igual que los otros cinco principiantes que parecían estar en el mismo estado que yo.

–Oh dioses, oh señora del bosque, nuestra Diosa Madre, dejad que os entreguemos esta danza con toda nuestra gratitud y alegría a cambio de poder seguir disfrutando del bosque y de la naturaleza.

Esas palabras se marcaron en mi corazón tanto que mis movimientos se hicieron más poderosos y dejé que aquel miedo se esfumara. Sonreí, sonreí como nunca antes lo había hecho porque era la primera vez que estaba tan contenta. Estábamos ofrendando nuestra luz a los dioses, a la Diosa Madre que era más que probable que estuviera viéndonos desde alguna parte del bosque en alguna forma animal.

Sin embargo cuando noté como mi respiración se aceleraba junto a los latidos de mi corazón y abría los ojos sin dejar de parar de bailar, vi a una cierva a lo lejos y su mirada clavada en nosotros, en mí. Sus ojos brillantes provocaron en mi una sensación totalmente diferente a las anteriores, era indescriptible pero cuando volví a pestañear, ya no estaba allí, había desparecido.

Yo sonreí placentera por haberla presenciado y por estar viviendo aquel momento tan especial y extraordinario que en un momento a otro, esa aura cambió. Los músicos dejaron de tocar y mis pies se volvieron a quedar quietos, mi cuerpo se movía en busca de oxígeno y mis ojos entreabiertos por esa sensación tan embriagadora que aún permanecía en mi interior. Oí los jadeos de la gente pero yo simplemente seguía en ese trance cuando empecé a tener frío. Un aire horriblemente fresco  atravesó la piel de mi cuerpo y en vez de seguir sintiendo calidez, empecé a notar la frialdad de un espíritu totalmente externo a este mundo.

Nuestro mundo formado por la naturaleza y por la vida, ahora estaba pasando por ese estremecimiento tan horripilante que hizo que me despertarse de inmediato cuando en vez de escuchar jadeos, los chillidos hicieron acto de presencia y mis ojos volaron con rapidez hacia los de mi hermano buscando su presencia pero no la encontré, su asiento estaba vacío mientras que los demás músicos estaban de pie sobresaltados.

¿Qué estaba pasando?

Nadie se movía todos permanecían en su sitio pero ahora con rostros pálidos y aterradores, entonces busqué a Neith y lo ví allí. Su mirada hizo que mi corazón se apenara porque no parecía estar mirándome a mi sí no a la presencia que ahora se situaba detrás mía.

Mi corazón se aceleró más de lo que estaba, todos me miraron con horror pero yo tan solo seguía mirando a Neith espeluznante. Intenté tranquilizar mi respiración pero cuando escuché varios pasos con estridencia, supe que algo iba mal. No quise mirar de reojo a nadie ni a lo que estaba detrás de mí ya que podía sentir que era la oscuridad misma, la muerte.

Pero todo cambió cuando vi moverse a algunos guardianes que reconocí, incluyendo a Neith. Pero alguien con una voz no humana, hizo que el bosque entero se callara.

–Que nadie se menee, si no quiere morir.

Esa voz provenía del lado opuesto a donde yo me encontraba y cuando dirigí mi mirada a ese lugar, vi a un ser antropomórfico con piel grisácea y con una armadura bastante feroz hecha probablemente de algún tipo de metal que desconocía pero pese a su color negro, no debía de provenir de la superficie. Sus caras eran inadvertidas ya que esos casco hacían que no se pudieran y que su altura y grandeza no fuera tampoco de este mundo.

Habían rodeado toda la Media Luna, más de una veintena de soldados oscuros y yo no sabía que hacer ya que notaba esa respiración lenta y tranquila detrás de mí. No sabían quiénes eran ni lo que estaban haciendo aquí pero al ver como todos los guardianes que reconocí se quedaron estáticos ante la advertencia del soldado, debían de ser bastante importantes y superiores.

La Sabia Anciana quién nunca perdía su sonrisa, ahora estaba seria y sus ojos echaban fuego. Y su mirada, también observaba al ser que debía estar detrás mío ya que por su mirada, nada me hacía pensar que lo que estaba detrás de mí era un ser de luz.

Intenté dar un paso hacia delante, hacia la grada donde había gente que me podía  proteger de aquel mal pero al mínimo movimiento que mi cuerpo intentó hacer, fui totalmente recriminada por una voz distinta, mucho más grave que la de ese soldado y mucho más firme.

–Ni se te ocurra dar un mero paso, a no ser que quieras que tú familia muera.

Se me heló la sangre y un escalofrío sacudió mi columna. ¿Qué sabía ese ser sobre mi familia? No podía pensar, tan solo podía quedarme mas quieta de lo que estaba pero fue ese grito, esa voz tan familiar y tan conocida que hizo que cayera de rodillas contra la dura piedra. 

–¡Xylia! –ese era el llanto de mi hermana pequeña.

No me giré, incapaz de moverme por la bestia que estaba en mi espalda. Pero supe en ese preciso instante que nada volvería a ser lo mismo y que todo dependería de ese monstruo.



La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now