Capítulo 35

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AURORA

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero sé que son más de dos horas.

Horas en la que he escuchado sus gritos, los cuales cada vez van disminuyendo en intensidad y sé que es porque no le deben quedar energías.

Mi corazón duele por él, mi angustia es rebosante ante la idea de que lo maten así, pero tengo fé de que eso no está en los planes de Carmín y seguramente solo quiere debilitar a la Alpha.

Porque siempre he pensado que ella es su real objetivo y el Alpha Caleb solo fue el eslabón debil para llegar a ella.

Brenin limpia mis lágrimas con sus pulgares con una suavidad que nunca deja ver ya que no he podido dejar de llorar. El cúmulo de emociones por mi secuestro, su cercanía, nuestro vínculo y el Alpha me han pasado factura y el tener su olor envolviéndome solamente me dejó sentimental.

–¿Podrías dejar de llorar roja? –preguntó deslizando las manos hacia mi nuca acariciándome–. Me rompe el corazón cariño.

–Lo siento –sorbo mi nariz limpiándome con mi manga–. No puedo...

–¿Qué puedo hacer? –acercó mi rostro al suyo para besar mis párpados cerrados–. Dime que hago para que ya no estés triste.

Otro sollozo se me escapó ante su preocupación, porque no quería que se sintiera mal por mí, pero no podia evitar llorar.

–Estoy bien –me acurruqué más contra él–. Es solo que estoy liberando todas mis emociones contenidas.

Besó mi frente y me atrajo a su pecho donde mi oreja quedó directamente sobre su corazón calmando un poco mi tristeza al sentirlo.

Nos quedamos en silencio por unos momentos mientras me abrazaba y dejaba caricias en mi nuca con una mano. Todo aquello que soñé desde mi cumpleaños estaba sucediendo ahora, él junto a mí, dándome consuelo y amor.

Pero aún la espina de temor estaba y no se iría facilmente, no hasta que conversaramos.

–Roja...

–Mhh –murmuré con los ojos cerrados concentrada en su palpitar.

–Ya no hay gritos.

Abrí los ojos inmediatamente y me senté recta viendo hacia la cabaña, porque tenía razon, los gritos habían cesado.

–¿Qué hacemos? –pregunté viéndolo.

Me observó por unos segundos y volvió a ver hacia la cabaña, su ceño se frunció logrando que el mío también lo hiciera e intenté ver hacia donde el veia, pero me atrapó entre sus brazos y nos tiro al suelo.

–¿Que...–me calló tapando mi boca con una de sus manos.

Me miró e hizo una señal de silencio mientras su cuerpo cubría el mío y volvía la vista hacia la cabaña lo más pegado a mi y al suelo que podia.

Descríbeme a la persona que estaba al mando –habló en mi cabeza sobresaltandome.

Lo miré con los ojos bien abiertos y mi respiración se aceleró contra su mano. El pecho me dolió y la cabeza me daba vueltas ante aquello, porque significa que siempre fue capaz de hablarme, de oírme y simplemente decidió ignorarnos ese día.

Lo siento roja, prometo decirte todo solo...–continuó hablando enterrando la cabeza en mi cuello–. Lo lamento...–dejó un pequeño beso que me estremeció–. Por Favor...descríbeme a la persona.

RecházameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora