Años en los que deseó hacer ese tipo de cosas con Heyde, muchas veces recreandolo con otras personas que no alcanzaban sus expectativas.

Klainy desde una edad muy corta había tenido desacuerdos consigo misma sobre el tema. Es decir, se negaba a querer seguir sus propias fantasías por sentirse sucia, pero al estar a solas se dejaba llenar de toda la malicia que contenía. Luego no podía verse a un espejo de la vergüenza, no obstante, lo olvidaba con rapidez.

Aún estando débil y enferma, ella quería vivir la única fantasía que nunca pudo cumplir.

Cuando Heyde se volteó para llenar la bañera, Klainy empezó a juguetear con sus manos, no de una forma indebida, sólo indecisa en sí actuar o no.

Terminó pensándolo mucho y el tiempo se le acabó.

—¿Quieres que te ayude o... puedes hacerlo por ti misma? —indagó Heyde al quitarse el abrigo que poseía.

Klainy hizo un desdén, dando a entender de que podía desnudarse sola. Heyde como la dama respetuosa, que siempre fue, se dio la vuelta. Dando así permiso para que Klainy se quitara el camisón que apenas llegaba hasta sus pálidos muslos y sus bragas oscuras.

Ya desnuda Klainy tomó fuerza de donde no tenía para dar un par de pasos y meterse a sí misma al agua.

Se sentía avergonzada de tenerle pánico a la mirada de Heyde, ella ya había visto muchas veces su cuerpo sin ropa, no obstante, a Klainy eso la ponía insegura, ¿qué tal si su cuerpo no era lo suficientemente lindo para Heyde?

Cuando Heyde escuchó el sonido del agua, le volvió a dar la cara, con la mirada serena, sin demostrar más que cariño.


Tomó una esponja, jabón y champú, dudando en si hacerlo o dejarlo en manos de Klainy.

—El agua se pone fría —avisó Klainy al pasarse las manos por el rostro—, deberías darte prisa.

Heyde asintió y al llegar a la bañera se puso en cuclillas. De inmediato, empezó a frotar la piel de su amada con dulzura.

En pocas palabras, Klainy era su mariposa, pues tenía miedo de romperla en un mal movimiento. Klainy se tensaba al percibir el tacto de Heyde, se sentía como un metal destinado a ir hacia un metal.

Las pupilas de la rubia se dilataron, pues tuvo un recuerdo de sí misma practicando algo no puritano con la imagen de Heyde.

Heyde notó la tensión en los músculos de Klainy, no obstante, lo atribuyó a su manos fría.


Klainy dejó que Heyde hiciera su trabajo y se dedicó a mirar fijamente una baldosa del baño. El silencio era algo anormal en ambas quienes, cuando estaban juntas hasta por los codos hablaban.

Heyde llevó sus finos dedos al cabello descuidado de Klainy y con amabilidad empezó a lavarlo.

—Heyde... ¿eres mi novia? —indago Klainy completamente de la nada.

—Si es lo que quieres, si —dijo en un arrullo.

Klainy llevó las piernas hasta su pecho y las abrazo contra sí.

—Eso no es lo quiero escuchar —comentó en voz baja.

Heyde dejó lo que hacia y tomó con suavidad la mandíbula de la rubia para obligarla a hacer contacto visual.

—Si, somos novias y es lo quiero.

Eso fue suficiente para que la piel de Klainy se erizara, llenando su pecho y vientre de sentimientos que sólo podían ser provocados por una persona.

Así que se dejó llevar por la locura y sacó de su cabeza eso llamado razón. Heyde la siguió al igual de enajenada, dejando a rienda suelta sus pasiones más deseadas.

Debajo de las sabanas, en ese medio día frío y lleno de pajaritos de distintivos colores y formas, terminaron por volverse una sola, con el miedo y nerviosismo que sólo provendría de un par de novatas. Ellas no lo eran, pero de alguna manera se sentían así.

Ese era su destino o más bien, ellas habían forzado al destino, para que fuera como ellas deseaban.

Pertenecerse de forma física y espiritual.

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Nota de la autora:

Foto del cielo tomada por mí en el patio de mi casa porque me recordó a Heyde y Klainy. No sé qué decir, pero ajá lo que me costó escribir esto de una manera cursi.

Dos días sjsj.

En fin, espero que estés pasando un lindo y agradable día. Con amor: Rosie.

Entre Marzo Y Agosto✨ [TERMINADA]Where stories live. Discover now