Oye Mi Voz

350 34 24
                                    

- ¡Yo...! - exclamas con fuerza, con poder, con decisión - ¡Voy a cumplir con mi deber! ¡Sin importar lo que pase, no dejaré que nadie muera!

Cuanta determinación, cuanta belleza.

La emoción recorre mi cuerpo, se me eriza la piel y solo me queda gritar lleno de extasis la única opción viable qué veo para nosotros dos.

- ¡Tienes que convertirte en un demonio, Kyojuro! ¡Vamos a luchar juntos por toda la eternidad!

La batalla concluyó cuando mi puño te atravesó el plexo solar.

O eso creí.

El sol, con su brillante presencia al amanecer, te salvó de mi ataque mortal. Esquive un corte dirigido a mi cuello, alejándome de tu cuerpo. Tu cálido y poderoso espíritu.

Me miraste con las cejas fruncidas, tu expresión estoica y llena de determinación por buscar eliminarme de cualquier forma. Entonces sonreí.

- Eres afortunado, Kyojuro - coloco mis manos a la altura de mi pecho, balanceando mi postura de un lado al otro - Espero con ansias volvernos a ver, hasta entonces, vuelvete más fuerte.

Corres una última vez hacia mi, gastando todas tus fuerzas restantes en intentar contenerme. Oh, Kyojuro. Yo soy más rápido.

Te esquivo con facilidad, lanzando uno de mis ataques de puños para alejarte de mi y poder correr hacia el bosque, una última mirada nos conecta antes de desaparecer en la oscuridad de mis recuerdos.

Si, son solo eso, recuerdos.

Abro mis ojos, encontrando el oscuro cuarto en el que me encuentro. Me enderezó de mi lugar con la mirada vacía. Giro sobre mi eje, buscando en la penumbra aquello que me recuerda a ti.

Tu capa esta perfectamente colocada sobre la pared, el hecho de solo observarla me parte el corazón. ¿Por qué las cosas tuvieron que termine así? ¿Acaso fue por mis pecados cometidos? ¿Fue por mis malas decisiones y mi falta de tacto? ¿Fue por mancillar tu puro cuerpo con mis manos manchadas de sangre? ¿Fue por mí que ahora no estás?

El sol se asoma por el filo de la puerta que se encuentra abierto, eso ilumina un poco la habitación, haciéndome notar lo pulcra y brillante que resplandece aquella tela con patrón de fuego. Como si aún estuvieras aquí.

El corazón se me encoje.

- Perdóname por no ser lo suficientemente fuerte para protegerte.

Aquel murmuró se va con la brisa mañanear que ingresa por la puerta, y con ello, muchos de los recuerdos que vivimos durante el poco tiempo que nos tomó conocernos y enamorarnos.

Recuerdo la primera vez que volví a verte después de nuestra batalla.

Fue una noche donde los cerezos dejaron caer sus flores al piso, decorando el camino que recorrías devuelta a tu hogar junto a un pequeño idéntico a ti. Me dio tanta curiosidad saber a donde iban, quizás fue un impulso o quizás fue un deseo egoísta o quizás fue una mínima pizca de obsesión por ti.

Lo que sea que haya sido, me movió a seguirlos durante todo su recorrido.

- ¿Estas seguro que te encuentras bien? Hermano, me preocupas mucho.

Esa voz, tan tímida y con gran preocupación te preguntaba sobre algo que no entendía, ignoraba, o prefería no creer.

- ¡Lo estoy, Senjuro! Creo que lo mejor sería darme un tiempo de cazar, mis heridas aun no están del todo sanas y así podré pasar tiempo contigo. Además, padre me dijo que prefiere tener un "ojo puesto sobre mi", no confía en que no entrenaré hasta dentro de unas semanas que me sienta mejor.

Oye Mi VozWhere stories live. Discover now