Guardo la mitad entre medio de mi ropa.

—Ahora, cuéntanos donde está nuestro vestido—Ordena Denisse.

Eso provoco que el sonrojo de la pobre omega se volviera algo preocupante.

—Él lo rompió.

Denisse contrajo su rostro de la rabia y enrojezca, era casi como si le hubieran arrebatado a un familiar querido.

—¿Por qué?— Exclamo confundida. —¿Tenías algún insecto?

Ella niega, dejándome más que intrigada.

—¿Y él qué se cree? ¿No sabe como funciona un vestido o qué? Como si estuviéramos en la posición de desperdiciar vestidos, pero claro, como él tiene una prenda para cada hora de la noche—Escupe Denisse, con indignación. —¿Y ahora qué me pongo? Dalma me dijo que vería la manera de que la Alfa Rhea me pida estar con ella hoy.

—Pero me dijo que me daría cuatro más, hoy después de la comida los elegiré— Anne trata de calmarla.

La pelinegra cambia de humor tan rápido que me marea, esboza una sonrisa grande y radiante, y sus ojos brillan de un deseo perverso.

—Elige una de color azul—Ordena. —Me veo sensual de ese color.

Ruedo los ojos, y me remuevo para darle la espalda y tomar las manos de la rubia.

—¿Y como te sientes?—Pregunto.

Nos pide que nos acerquemos a ella para que las omegas que iban despertando no escucharan.

—Me gustó—Susurra. Abrí mis ojos a más no poder ¿Cómo podría gustarle que un Eckvan la toque? —Fue suave y calmado. Claro, primero tuve que explicarle que entre Íker y yo no hay ni habrá nada. Yo soy de su propiedad, y nadie más que él puede tocar un centímetro de mi piel.

Fruncí el ceño, no me puede imaginar como algo así le guste con alguien que no conoce. Yo estuve 10 años junto Gabriel Favre y apenas soportaba que me tomara la mano.

—¿Y te mordió?—Pregunta Denisse, conteniendo la emoción. Anne asiente, mostrando la marca de los colmillos en su cuello—Oí que los híbridos les gusta morder cuando están el celo y te dejan su olor para que a otros nocturnos les quede claro que eres suya y ellos a diferencia de los licántropos, pueden identificar al dueño del olor con nombre y apellido. E incluso, si le gustas mucho a un alfa, aunque no te haya mordido, puede dejarte su olor rozando tu piel.

Eso me recuerda el suceso de anoche con Rhea por alguna razón, y me remuevo incómoda entre las sabanas. Y ellas la notaron.

—Nara, enrojeciste—Se burla Denisse. —Tranquila, esos son casos muy particulares, debes de gustarle mucho y el híbrido no te tocó.

Anne me da una mirada de auténtico asombro.

—¿El Alfa Stephen no te hizo nada?

—No, se escapó de Dalma y por tonta la interceptó un híbrido cualquiera.—Intervino Denisse.

Anne toma mi mano.

—¿Recuerdas como era?—Pregunta. —Le diré a Ignis que intento propasarse conmigo y lo castigará con sus propias manos.

—Anne, por la Diosa, dime que hiciste para que el príncipe te trate así—Ruega Denisse.

Las puertas se abren, y entra Dalma. Somos las primeras en levantarse, los ojos marrones de la híbrida saben donde ir perfectamente, hacia mí.

—¡Ya levántense!—Grita mientras camina hacia nosotras.

Al estar frente a mí, su mueca cambia a una de confusión, comienza a olfatear como un perro a mi dirección. Nerviosa, maldigo a Rhea en mi pensamiento. No pudo dejarme su olor, según ella, soy una vulgar. No corté el contacto visual con ella, mientras me preparó para evitar que me golpee.

The Black OrbeWhere stories live. Discover now