Enzo simplemente asintió con la cabeza y salió de la casa, recalculando. No estaba enojado con Rodrigo, solo estaba bastante confundido, aunque debía admitir que un poco de bronca le daba que cada vez que se ponía de novio desaparecía de todos lados y que, además, esta vez no le hubiera contado nada. Por esa y mil razones más prefería quedarse solo, sin joder a nadie, sin que nadie le rompa las bolas. Tranquilo, solo y feliz. Dedicado a sus cosas y no a una persona. Todo lo contrario a su hermano, quién se desvivía por la chica de turno que fuera dueña de su corazón.

—Ah, pero mirá vos la estrellita que me vengo a encontrar... — expresó Rodrigo con una enorme sonrisa en la cara mientras esperaba que su hermano le abriera el portón. Enzo no pudo evitar sonreír de la misma manera, olvidándose de su enojo para envolver a Rodrigo entre sus brazos.

—Por fin saliste de la cueva compañero, ya me había olvidado hasta de tu cara. — murmuró Enzo, soltándose de él— ¿Y tu jermu?

Rodrigo miró para atrás y apuntó con la cabeza hacia su auto rojo del cual una chica estaba saliendo. Lo primero que vio fue una cabellera negra perfectamente alisada y brillosa seguido de una piel bronceada y delicada. Se acomodaba el pelo con cuidado, mirándose en el espejito del auto para corregir su labial antes de poner la carterita en su hombro y rodear el auto, caminando hasta donde se encontraba su novio. Enzo seguía sus movimientos con detalle, pero no fue hasta que la chica se posicionó al lado de su hermano que le vio la cara.

—¿Por qué no me esperaste, amor? — preguntó a su novio con una sonrisa antes de girar la cabeza y finalmente chocar con los ojos confundidos de Enzo.

—¿Mia?

La nombrada quedó inmóvil en su lugar cuando esa voz y esos ojos, inconfundibles con cualquier otro par que hubiese conocido, se apropiaron de su nombre y de dejarla en evidencia frente a su novio. Mia. Nadie la llamaba así hace demasiado tiempo, y, cada vez que lo hacían, ella no tardaba en corregir y decir su segundo nombre, pero esta vez solo se quedó estática en su lugar sin saber qué decir ni qué hacer. El tiempo se había pausado y sus ojos simplemente no podían creer lo que estaban viendo. Más bien, a quién estaban viendo.

—¿Se conocen? — preguntó Rodrigo confundido, mirando a su hermano y a su novia.

Mia no tardó mucho en procesar que, si Rodrigo sabía que Enzo la conocía, este no tardaría nada en decirle a su hermano lo que ella le había hecho. La humillación por la que lo había hecho pasar. El suceso que cambió la vida de Enzo para siempre y que le había costado el final de su secundario.

—No. — se apresuró a contestar la morocha seguido de una risita nerviosa, mirando únicamente a su novio.

Enzo arqueó una ceja. Podría olvidarse de la cara de sus amantes, de sus amigas, de sus ex compañeras y hasta de su propia madre, pero de ella jamás. Esos rasgos tan propios de Mia, aun con un par de años más desarrollados, seguían con esa misma esencia y esas mismas vibras a la mayor hija de puta que había pisado este planeta y él no se confundiría jamás. Todo de ella y de su reacción tan repentina al haberlo visto le hizo saber que también lo había reconocido.

—¿No? — le retrucó el morocho, haciendo que Mia se pusiera más nerviosa de lo que de por sí estaba. Abrió sus ojos en dirección a Enzo esperando que éste se echara para atrás, como si su mirada fuera a decirle "cerra el orto" cuando ella no podía pronunciar aquello en voz alta— Perdón, me habré confundido.

Rodrigo sintió la tensión del momento entre ambos jóvenes, pero aun así no dijo nada.

—Seguramente... — contestó con una sonrisa fingida — Un gusto, soy Nicole.

ESCÁNDALO ━ enzo fernandezWhere stories live. Discover now