35: La satisfacción de un ganador

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De pronto tenía las manos de Axer en mi cintura, y me aterré por la desorientación. Bajé mi vista a mirarlo mientras me alzaba, pero en sus ojos estaban los lentes oscuros, bloqueando con descaro sus pensamientos.

Alguien arriba me tomó y ayudó a terminar de subirme al helicóptero. Axer subió detrás de mí.

Y así, acabamos surcando el cielo como si fuéramos dueños de este, por la simple necesidad de huir y llegar de inmediato a nuestro siguiente destino.

~♤♡♤~

De acuerdo, sobreviví.

Creo.

Salimos del helicóptero al jardín en el archipiélago de los Frey.

Todos parecen muy calmados en cuanto a sus silencios, sus regias posturas y la serenidad con la que avanzan. Son Freys, leones en un tablero que no debería tener esas piezas.

Sin embargo, la tensión es evidente. El que nadie hable es suficiente revelador; el que se miren, pero no interactúen sino con la seguridad, también.

Espero a Axer, pues tenemos muchas cosas que hablar, pero mis planes de nuevo no tienen importancia alguna.

Los hombres de la seguridad de Víktor Frey me arrebatan de su lado y me arrastran al interior de la mansión, seguida por el cabecilla de esta familia, que parece tan tranquilo a la vez que determinado.

—¡Axer! —le grito a mi supuesto aliado, pues mi corazón amenaza con romper mis costillas.

Me raptan sin más, sin tomar en cuenta mi opinión al respecto. No les importa cuánto chille o patalee, solo las órdenes de Víktor Frey.

Y Axer ni me mira.

Está ahí, parado junto a sus hermanos con la vista en el agua salada que golpea las rocas con imponencia. Le es indiferente mi situación, me deja a merced de su padre como si fuera el ciclo natural dadas las circunstancias.

Sé que en parte no entiende el peligro que corro, que desconoce mi situación con su padre, la conversación que hemos tenido en secreto, las advertencia y hasta el ultimátum que me dio.

Pero no puedo evitar sentirme traicionada por quien juró que todo lo hacía pensando en mi bienestar.

—Siéntate, Sinaí —dice el señor Frey señalando una silla junto a su escritorio, donde de hecho me lanzan los guardias sin esperar a que yo accione.

—Qué considerado —ironizo con una sonrisa que sale afectada por mis nervios.

Víktor me mira una sola vez, al estampar una carpeta sobre su escritorio. A partir de ahí, es como si olvidara mi presencia.

El lugar está aromatizado por una especie de humidificador que esparce una esencia cítrica. Es en todo lo que me concentro mientras el mamahuevo de mi suegro se sienta a redactar quién sabe qué mierda entre su laptop, tablet y teléfono.

No me dedica ni un solo comentario hasta que se levanta a imprimir unos papeles.

Entonces, los tiende hacia mí.

Hago ademán de alcanzarlos, pero los de seguridad se aferran a mis hombros y me lo impiden, sometiéndome con precisión.

—No voy a atacarlo, ¿de acuerdo? —estallo.

Víktor sonríe dócilmente. Es extraño ver a un hombre de su calibre con un gesto semejante, pero no es lo que me inquieta. Son sus siguientes palabras.

—Están en este despacho para garantizar tu seguridad, no la mía.

Gracias, es que todavía no estaba lo suficientemente nerviosa. Me faltaba ese comentario.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Where stories live. Discover now