∆Capítulo 3:

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Segui su Porsche de color rojo brillante con mi práctica Toyota Corolla, sintiéndome poco elegante, y como resultado, un poco a la defensiva.

A pocos kilómetros de Amelia, llegamos a una verja de hierro de gran tamaño. Después de un segundo, la enorme puerta comenzó a abrirse, permitiéndonos entrar por un largo camino zigzagueante a su casa.

Cuando nos detuvimos en el camino circular delante de la casa, el estaba de inmediato en la puerta de mi coche, abriéndola como un caballero, tendiendo su mano para ayudarme.

Yo no la tomé por supuesto, he sido capaz de salir de un coche por mi cuenta desde hace algunos años. Su camino era de piedra, y en mis lujosos zapatos de tacón alto de fiesta, tuve que pasar cuidadosamente. Me llevó hasta la imponente gran puerta de roble, y usando una llave electrónica de algún tipo, pulsó unos cuantos botones y se estábamos adentro.

El vestíbulo era casi tan grande como mi apartamento, pero estaba cálidamente decorado con grandes finas reproducciones de Klimt y Franz Marc. ¡Al menos, supuse que eran reproducciones! El suelo era de mármol, pero con una incrustación irregular de una gran mariposa en tonos amarillos y dorados en el centro de la planta, que recogía el oro en los vestidos de las esbeltas mujeres de Klimt.

-Bienvenida a mi humilde morada -dijo Royce, sonriendo -Es demasiado grande, es ridícula, pero mi contador me convenció de que a efectos fiscales tenía sentido. Vamos a la cocina. Voy a conseguir algo de beber. Luces sedienta.

Era gracioso. Yo no tenía sed hasta que él lo dijo. Ahora me di cuenta que estaba deshidratada. Lo seguí, a través de las amplias habitaciones, todas decoradas con un similar estilo de fin del período francés. Enormes ventanas en cada pared prometían arroyos de luz solar durante el día. Yo quería parar y admirar las habitaciones, pero Royce estaba caminando rápidamente, y no quería perderlo.

Una vez en la cocina, Royce abrió el enorme refrigerador de acero inoxidable y sacó dos botellas de agua mineral. Me sirvió agua en una copa de cristal y dijo:

-Por nosotros -ligeramente levantando su copa en mi dirección.

Dejó su copa y se movió delante de mi, de manera que mi espalda estaba presionando contra el borde de la encimera de granito azul oscuro. Senti que mi corazón se me aceleraba en el pecho. Me senti como si estuviera en la escuela secundaria y el chico bonito del equipo de fútbol fuera mi cita en la fiesta de graduación. Estaba tan nerviosa que mi mano realmente se sacudió un poco y se cayó un poco del agua con gas.

-¡Oh! -Dije, desfalleciendo, tratando de apoyar el vaso con este hombre alto inclinado tan cerca de mi que yo podia ver el rastrojo de la ligera sombra de la barba recién afeitada.

Sin mirar, cogió el vaso de mi mano y lo colocó sobre el mostrador. Reclinándose, llevó sus labios cerca de los mios y me besó. Comenzó dulce y casto. Sólo labios tocando labios. Suaves adorables labios. Y lo admito, fui yo quien en realidad abrió los labios en primer lugar, para tocario con mi lengua, invitandolo a un beso de un amante.

Se inclino aún más sobre mi, tomando mis manos entre las suyas y levantando mis brazos hasta que se apoyaron en el mostrador, apuntalándome efectivamente allí, y sosteniéndome en ese abrazo, mientras seguía besando mi boca. Yo estaba cautiva por debajo de él, y de alguna manera eso adheria emoción a ese beso. El podria aplastarme debajo de él si así lo deseaba, podia tomarme en ese preciso momento y yo no habría podido resistir. Yo no hubiera querido.

Era un beso adorable, del tipo que te hace derretir, que te hace querer hundirte en cualquier lugar. Podría haberlo hecho, también, pero él me estaba sosteniendo.

Por una apuesta. (Mini-Novela Terminada) Where stories live. Discover now