Uno

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En un carruaje gastado, con otras seis personas, fue como Roger llegó al castillo del rey, quién estaría reclutando bufones ese día. Estaba soleado y la plaza principal estaba llena, probablemente habían ejecutado a alguien recientemente. Roger se tapó la nariz ya que no soportaba el aroma que había en el aire, ya conocido para la gente de ese entonces, a carne humana quemada.

Cuándo estacionaron a un costado del castillo tuvieron que pasar por un largo puente que los separaba de agua hasta una gran puerta marrón que los dirigía a una sala vacía dónde se cambiaron y maquillaron para hacer su "audición".
La ropa de Roger era una camisa roja con un volado del mismo color encima. Su pantalón era hasta las rodillas de color verde con amarillo y tenía medias que llegaban hasta el final de su pantalón, rojas del mismo color que su remera. Cubrian sus pies y finalizaban con sus puntas de color amarillo.

Bufón tras bufón salían cabizbajos de la sala principal. Ninguno lograba pasar, todos volvían a salir y decían en susurros que el rey "Pedía demasiado", que quizás ningún mortal podría complacer a un elegido de Dios.

Roger mordía sus uñas mientras en su mente proyectaba todo su proceso hasta dónde estaba: a punto de presentarse ante la corte real.

Cuándo era pequeño, Roger encantó al bufón del pueblo luego de una tarde navideña dónde se subio al escenario a bailar con él. A su corta edad de once años, Roger supo que lo que le gustaba era causarle carcajadas a la gente. Así que más tarde le pidió a ese bufón mismo bufón, que le enseñara a ser como él. Quién aceptó, pero a cambio debía darle el 10% de sus cosechas. Cerraron el trato y durante tres años fue cada día a "clases" de tres o cuatro horas, Roger se quedaba hasta que el sol se ocultaba y hasta le había tomado cariño al bufón. En ese tiempo aprendió a tocar diferentes instrumentos como la flauta dulce, la gaita y el laúd, a hacer malabares y entre otras cosas como distintas acrobacias, entre ellas equilibrismo y contorsionismo.

- Sigue usted.

La voz de un sirviente lo sacó de sus pensamientos, y enseguida se levantó con el laúd en una mano y cuatro pelotas en la otra. Tambaleandose un poco entró al salón real, estaba decorado con cosas lujosas y un piso en tonos rojos. Desde la puerta, lanzó una pelota que cayó en la corona del rey dejando a todos impresionados por su puntería. Entró caminando de puntas, como una bailarina de ballet. Y apenas estuvo frente a la corte real, hizo una pequeña reverencia causando, sin querer, que su sombrero alto y puntiagudo se caiga, dejando al descubierto su larga cabellera rubia. Rápidamente lo tomó y se lo puso de forma desprolija.

- Es un muchacho encantador.

No estuvo seguro de quién lo dijo, lo más probable que la reina, ya que era la que más cerca estaba. Ese comentario lo inspiró más y sacó de su bolsillo más pelotas y le pidió al monarca que le pase la que estaba en su cabeza.

Hizo malabares mientras estaba en puntas de pié y también los hizo mientras hacía equilibrio encima de una pelota. Tocó el laúd y cantó, la gente presente se unió a su canto y danza que finalizó en un espectáculo de contorsionismo. Hizo una reverencia y cuándo levantó la cabeza, se encontró con el bello príncipe en su trono y se sintió completamente cautivado. Había oído que este poseía una belleza irreal, pero no estaba seguro de qué tanto. Su cabello rizado golpeaba sus hombros cada vez que se movía; y se veía serio. Vio como este notó que lo miraban y por un segundo le mantuvo la mirada. Roger se había quedado en un trance, admirando la figura del príncipe. Pero sus pies volvieron a la tierra cuando el rey se levantó junto con la reina.

- Este espectáculo me ha deslumbrado por completo, haz superado mis expectativas. Fue variado y dinámico. ¡No puedo esperar a ver más!

Roger tomó las manos de la reina y la meció en un pequeño baile de festejo que hizo reír a ambos. Entonces esa misma tarde obtuvo uno de los puestos como bufón de la corte y le asignaron una habitación en el séptimo piso del castillo, que era pequeña pero tenía una mejor cama que la que tenía él en su antigua casa, también disponía de una ventana pequeña que daba a la plaza principal y un escritorio con tinta y hojas. Roger se preguntó que podría hacer con ello. Investigó un poco más los rincones de su habitación y se tiró a su nueva cama.

La historia de cómo Roger se convirtió en el bufón de la corte es simple y hasta aburrida de oír, quizás cliché. Es un inició bastante sencillo para un hecho que marcó la historia de la Inglaterra medieval.

grotesco resplandor. - maylor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora