—¿Te sientes bien? —Asiento, ignorando el mareo anterior. Taylor me tiende su mano y yo la tomo sin dudar. La incomodidad por estar semi desnuda frente a mis hermanos y Taylor llega de golpe, haciendo que suelte una larga respiración.

—¿Podemos irnos de aquí?, tengo hambre. —Mis hermanos asienten, siendo los primeros en caminar delante de nosotros, una gran mano tira de mi cuando intento seguirlos y Taylor me observa con una ceja arqueada.

—Puedes engañar a tus hermanos, pero no a mí. ¿Realmente te sientes bien? —Asiento, apoyando mi cabeza contra su pecho.

—Solo estoy algo mareada, pero es por la falta de comida. —Taylor me mira por un momento, para luego agacharse un poco y cargarme en sus brazos, no me quejo, en realidad me acurruco aun más contra su cuerpo, dejando que mi cabeza descanse en su hombro.

Me siento lo bastante despierta aun cuando Taylor me ofrece dormir mientras me carga, me niego rotundamente, sabiendo que el camino a casa en pie era largo, pero me sorprendo bastante cuando veo mi auto frente al bosque.

Miro a Taylor cuando él me deja sobre el suelo.

—Puedo comunicarme con cualquiera de la manada, By. —Suelta un risa, señalando hacia el asiento del conductor, uno de los gemelos –el cual no recuerdo el nombre- sacude la mano hacia mí, Blake se encuentra en los asientos traseros y Bastian ocupa el asiento del copiloto.

—La información sigue llegando a mí. —Murmuro, entrando al auto seguida de Taylor. Un gruñido es liberado de mi parte, siendo literalmente aplastada por las dos murallas de músculos a mi lado—. Taylor. Estás gordo.

Taylor no responde a mi pobre intento de molestarlo, simplemente me toma por la cintura –cuidando de que la camisa no se mueva de su lugar-, colocándome sobre sus piernas.

Para cuando logro acomodarme sobre su regazo, tratando de obtener la mejor posición, estamos a la mitad del camino. Mi cabeza descansa en el cuello de Taylor, mientras el mantiene una de sus manos en mi trasero, manteniendo la camisa en su lugar, según él.

¿Qué paso con Ariel? La mano libre de Taylor acaricia mi mejilla cuando dejo que mi pensamiento fluya a su mente.

¿Olvida eso, si?, no te preocupes, nena.

Asiento, haciéndole saber que logre escucharlo. Tomo su mano, entrelazando mis dedos con los de él.

Sabía que si ocurriera algo como lo que paso con Eider, Taylor hubiera hecho lo mismo, hubiera sido capaz de matar a alguien por mi seguridad. Al igual que yo lo haría.

Por qué no dejaría que nadie le haga daño, por que me lo estarían haciendo a mí.

—¡By Absher! —La voz de mamá no tarda en hacer aparición cuando ponemos un pie dentro de la caza. Su ceño se encuentra fruncido con enojo y las manos en la cintura me da a conocer que esta lista para empezar con su regaño.

—Para, mamá. —Me quejo, sintiendo dolor en mi cabeza—. Tengo 20 años, próximas a cumplir 21. Se cuidarme, Taylor estaba ahí y estoy bien. —Mamá abre la boca para decir algo pero levanto la mano, interrumpiéndola—. Te amo, pero en este momento solo quiero subir a la habitación, darme una ducha y tirarme a dormir ¿Puedo hacerlo?

—Señora Isabel, By está bien, no paso nada. —Taylor intercede por mí, mamá nos mira a ambos, para luego fulminarnos con la mirada.

—Subiré algo de comida para ti.

—Gracias mamá. —Ella asiente, desapareciendo en la cocina y llevándose con ella a Bastian y a Blake, quienes me miran en busca de ayuda. Pero estaba lo bastante cansada como para intervenir por ellos.

Green Eyes © |SIN EDITAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora