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Oeste del Continente

Ruinas de Elcos / Campamento de la Alianza libre de Naciones

La noche caía sobre el campamento, cubriendo las tiendas de lona y los estandartes de los diversos ejércitos que se habían unido para esta peligrosa empresa. Caballeros bretonianos compartían historias de gestas pasadas alrededor de una hoguera, mientras las legiones del Imperio entrenaban en formaciones disciplinadas.

En el centro de aquel trasiego, Artemisa, la diosa de la caza, se encontraba en silencio, absorta en sus pensamientos. A su lado, sus guerreras preparaban armas y revisaban sus armaduras con precisión militar.

Pero la mente de Artemisa estaba en otro lugar, en un joven aventurero de cabello blanco y ojos llenos de determinación.

Orión...

El nombre resonaba en su mente como un eco persistente. Había oído hablar de él, un héroe que desafiaba a los dioses mismos con su valentía y habilidades. Aunque nunca se habían cruzado, Artemisa sentía una extraña conexión con aquel joven.

Mientras se preparaban para adentrarse en las ruinas, Artemisa no podía evitar preguntarse qué estaría haciendo Bell en este momento.

¿Estaría también embarcado en una arriesgada empresa?

¿Enfrentándose a monstruos y desafíos como ellos?

La idea de su valentía le daba fuerzas en ese momento crucial.

Las estrellas empezaban a brillar en el oscurecido cielo, y Artemisa se puso en pie con una mirada resuelta en sus ojos. Ya no faltaba mucho para  avanzar hacia las ruinas, de enfrentar los peligros que aguardaban en su interior.

Artemisa cerró los ojos por un momento, dejando que los recuerdos fluyeran como aguas tranquilas en su mente. Recordaba claramente el día en que conoció a Bell Cranell, un joven que en ese momento le pareció un conejo. 

Sin embargo cuando se encontró con él por segunda vez vio al joven valiente en el que se había convertido

"Orión", le había llamado, recordando a aquel que había tenido primero aquel nombre .

La diosa de la caza sabía que era él , sabía que había reencarnado en él ...

Artemisa sonrió al recordar cómo Bell había asentido con entusiasmo ante el apodo.

En el corazón del bosque, bajo las sombras de los altos árboles, Artemisa le enseñó a Bell los secretos del arco y la flecha. Le mostró cómo sentir la tensión en las cuerdas, cómo alinear la mirada con el objetivo, y cómo soltar la flecha con gracia y precisión.

La caza no es solo fuerza, Orión. Es paciencia, es conexión con la naturaleza ; le había explicado, mientras su Orión absorbía cada palabra con fervor.

Un poco de experiencia cambia todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora