—Lo sería si no actuaras como una ardilla.

—¿Ardilla? ¡No soy ninguna ardilla!

Llevé mis manos a mis mejillas, humillada.

—¡Vas arrepentirte!

—¿De verdad?

Vi la manguera con la que el jardinero regaba los rosales y rápidamente la cogí y quise regar a Bart, pero al dar el siguiente paso, me tropecé con mi vestido y la manguera se abrió directamente a mi cara.

Una situación peor que humillante.

Bartholomew se echó a reír al verme en mi situación y yo patalee empujando la manguera lejos de mí.

—¿Es qué tienes calor? ¿O no has tomado tu baño matutino?

—¡Vulgar! —le ataqué, avergonzada.

Me tiré a él y le empujé dispuesta a hacer borrar la sonrisa encantadora de su rostro, algo que no logré y solo conseguí que se alejase, haciéndome tropezar como tonta.

—¡Ya lo pagarás!

—Guarda la compostura, o no te entregaré a Mía.

Dejé de pelear y le miré emocionada.

—¡¿La has encontrado?!

—Probablemente.

—¿Cómo que probablemente? ¿Lo hiciste o no?

—Depende como te comportes.

—Muy bien —me erguí, orgullosa como una dama—. ¿Dónde está, Bartholomew?

—En el establo.

—¿En serio?

—No miento.

—¿Dónde estaba?

—Muy lejos de aquí. Estuve toda la madrugada buscándola o alguien más la cazaría o la domaría.

—¿De verdad no dormiste nada por ir a buscarla?

Me sonrió de manera confidente.

—Debo marcharme.

No me dijo nada y solo se marchó, pero me había quedado claro lo que había hecho por Mía.

Sin volver a casa, corrí al establo y allí la vi amarrada y comiendo. La abracé y mi humedad la hizo refunfuñar.

Debí advertir que estar humeda era un peligro, pero me di cuenta demasiado tarde y cuando corrí a cambiarme, ya había dado mi primer estornudo.

Por la tarde, el Lord vino a verme y yo me encontraba en el sillón leyendo un libro. Se acercó a mí y rápido estornudé.

—¿Desde cuando eres alérgica a mí? —dijo divertido.

—Mi querida Aurora ha cogido una pequeña gripe —explicó mamá.

—¿Por qué?

—Ha tonteado con el agua y esos son los resultados. ¡Juegos que no son dignos de una dama!

—Solo ha sido un accidente.

—Accidente que podría arruinar tu boda.

—Manténgase alejado Lord, no quisiera contagiarlo —dije.

—Me arriesgaría a ello —dijo sentándose a mi lado.

—De verdad, no quiero enfermarlo.

—No se preocupe por mí. ¿Ya ha tomado té?

—Si.

—Uno de hiervas le vendrá bien.

Ordenó que me preparasen uno.

REALEZA RETORCIDA (+18)Where stories live. Discover now