Capítulo 1: Las fiestas del pueblo.

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*Narra Valerie*

Me desperté dando un salto en la cama. Otra vez había vuelto a tener pesadillas. Bueno, no importa, solo son sueños. Me desesperecé y salí de la cama. Me rasqué la nuca y acto seguido me miré las uñas. Estaban hechas un desastre como pensaba. Esta última semana me la he pasado estudiando para poder sacarme el graduado con excelentes notas, ya que quiero meterme a batchillerato y poder conseguir un buen futuro, así que no he tenido mucho tiempo de arreglarme. Ni a mí ni a mis uñas, la verdad. Fuí al baño y tomé una ducha rápida. Al salir de la ducha, me desenredé el pelo y me lo dejé caer como a él más le apeteciera. Mi pelo es a lo salvaje, con volumen y algo ondulado. Me vestí con un kimono azul, una camiseta blanca y unos shorts tejanos. Me puse unas converse negras, de esas que pegan con todo. Bajé a desayunar, habían crepes de chocolate. ¿Cómo lo sé? Porqué mi madre tiene la extraña manía de que cada vez que cocina, hace que huela toda la casa a eso. No importa cuantos ambientadores pongas, el olor de su comida siempre será más fuerte. Pero la verdad no me tendría que quejar, la comida de mamá está buenísima y huele de maravilla. Rodeé la mesa, saludando a todos, saludé a mi hermano Timmy (Timothy) de 9 años revolviendole el pelo y me senté en mi habitual sitio en la mesa. Mi madre me saludó con un cariñoso beso en la mejilla y con un "Buenos días, princesa." mientras dejaba mis crepes sobre la mesa.

Papá: He oído que esta noche son las fiestas del pueblo, ¿no?- Dijo mordiendo sus tostadas, mi padre es especial y mi madre le tiene muy consentido.

Mamá: Sí, eso he oído.- Me miró- Valerie, ¿Vas a ir?

Valerie: ¿Yo? ¿Para qué?

Papá: Vamos Valerie, sal un poco. Será divertido y quizás hasta conozcas a alguien.

Valerie: ¿Insinúas que no tengo amigos y que me quedaré sola debajo de un puente con 50 gatos?-dije dándole un mordisco al crepé de chocolate mientras "le miraba mal".

Timmy no podía contener la risa, esa frase siempre le había hecho gracia. La primera vez que la dije le salió el zumo de naranja del desayuno por la nariz.

Me contagió la risa, que seguidamente se la contagié a mi madre, y ella a mi padre. En menos de un minuto acabamos riendonos todos. Supongo que somos normales dentro de lo que cabe.

No sé como, al final me acabaron convenciendo. Bueno, a decir verdad, ellos no me convencieron, me convencieron mis amigas. Ya sabéis, esas chicas que están conmigo siempre y me acompañan en las locuras. Me vestí con un vestido blanco, el dobladillo de abajo de encaje. Una chaquetilla de punto de color camel, y volví a dejar mi pelo a su libre albedrío.

Me puse mis tacones negros altos y salí despidiendome de todos, derechita a las fiestas del pueblo.

Valerie.Where stories live. Discover now