33. [Falsas acusaciones]

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« Sucia mentirosa »

— Norma me dijo que no estabas disponible...

— Hablé contigo en la mañana, espero que no se te haya olvidado recoger tus cosas porque te quiero fuera de mi empresa antes de la medianoche — Advirtió papá, aún no sabía por qué fue el cambio de su comportamiento hacia su amante; pero al menos tomó una decisión correcta al alejarse de la víbora de Norma.

— Hernán... no me dejaste explicar lo que pasó realmente... — Papá la interrumpió:

— No me interesan tus estúpidas explicaciones, guárdalas para tu próximo trabajo.

— Vamos Atlas, papá nos espera arriba — Asentí hacia Hernán mientras veía como la cara de Norma se tornaba roja de la ira.

— ¿Qué fue todo eso? — Le pregunté una vez nos encontrábamos en el ascensor.

— No lo sé, me mintió como lo hacen todas.

— Papá... — Sabía que también se refería a Adeline, era un tema delicado que aún no pudimos conversar por falta de tiempo.

« Y falta de razones »

« Adeline no lo quería y eso era todo »

« No había nada más que discutir »

— No hablaremos de ninguna mujer más, le pediré a mi nueva secretaria que nos traiga café a todos.

— Abuelo — Me acerqué a la mesa de juntas; el abuelo Teodoro estaba sentado mirando su celular, él sonrió mientras yo me acerqué a abrazarlo.

« Lo quería mucho »

— ¿Cómo está mi doctor favorito? — Preguntó y sonreí de vuelta.

« A veces una palabra lo podía cambiar todo»

— Bien abuelo, me alegro mucho de verte.

— Yo también hijo; no sé por qué Hernán nos citó aquí pero al menos podremos hacernos compañía.

— ¿Cómo está tu salud? No he podido leer tu expediente con atención porque papá se enteró de mi relación con Adeline.

— Me llamó momentos después, estaba ahogado en alcohol y no paraba de repetir que le quitaste lo único bueno que tenía en la vida — Susurró el abuelo.

— Lo sé, no pudimos contenernos más y...

— Caballeros, el día de hoy los cité aquí porque quiero quitarles de una buena vez la venda que cubre sus ojos y les impide ver.

— Deja la formalidad Hernán; habla de una buena vez. — Dijo el abuelo imitando las palabras de mi padre.

— Los traje a la sala de juntas para poder mostrarles un video que revelará la verdadera cara de Adeline.

— ¿De qué estás hablando papá? ¿Qué te sucede? — Pregunté.

— Quiero que lo miren con sus propios ojos, Adeline me robó dos millones de dólares ayer; ya no le interesa el divorcio sino el dinero que tomó sin vergüenza alguna.

— Papá... — Advertí.

— Míralo Atlas, no te estoy mintiendo... — Hernán se acercó al proyector y reprodució el video desde su computadora, aún no entendía nada pero el video era una grabación de las cámaras de seguridad de la oficina de papá.

«¿Qué estaba pasando?»

Adeline entró a la oficina con un vestido de color azul puesto, su cabello estaba sujeto en una cola de caballo mientras que sus pies calzaban unas sandalias altas.

Entre dos placeres © Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz