—Tampoco tengo idea que será de estar comprometidos o estar casados —admite con vergüenza.

Alec es tan él. Es el hombre que muchas mujeres desearían como novio, siempre trata de ser el hombre que se esfuerza por cada mínimo detalle que desee su novia.

Sin duda Riley se sacó la lotería con él. Son uno para el otro.

—Lo mismo Alec, nada va a cambiar entre ustedes serán los mismos solo que está vez habrá una papel de por medio que dirá que son marido y mujer —me acercó y le doy un apretón de manos—. No hay instrucciones en la vida de como ser un buen novio, prometido, esposo o padre. Cada acto se nace.

—Eso, si no llego a ser lo que ella se imagina —hay un cierto temor en sus palabras.

—Las expectativas; ella no tenía ni idea de que iba un noviazgo, tu le elevaste las expectativas y le hiciste ver qué hay hombres que si valen la pena. Tú eres un claro ejemplo Alec.

Amo a mi hermano y siempre le recordaré que es una excelente persona.

—Gracias Elaine, gracias hermana —me abraza—. Ahora no se cómo irá con los preparativos de la boda, no se nada de flores o de manteles.

Me río ante sus ocurrencias.

—Para eso están los organizadores de bodas, tendrán ayuda y entre los dos elegirán cada detalle de su boda —acaricio su cabello—. Hay temor en ti, por qué tu mismo lo siembras. Estoy segura que no habrá impedimento de nada para que ustedes sean felices a su manera. Apuesto a que Riley ha de tener uno que otro pensamiento al igual que tú.

—A veces siento que eres la mayor de los dos.

—No está mal tomar el papel de hermana mayor por unos minutos —me separo de él—. Luego platicaré con Riley acerca de como se siente con todo esto.

—Gracias por la ayuda de motivación, hay ocasiones en qué si la necesito.

Todos alguna vez en la vida necesitamos un empujón.

—Tú también me has ayudado mucho en todos mis líos Alec, es justo que haga algo también por ti —le soy sincera—. Y no sigas con tus inseguridades.

—No prometo nada, aunque si acudiré a ti para que me las quites. Eres una hermana que aconseja muy bien, deberías escuchar tus propios consejos —niego sabiendo que me la pone difícil.

—Ojalá fuera fácil, hablar y motivar a otros me es más sencillo que yo ejecutarlos para mi misma.

Se torna más difícil cuándo se trata de uno mismo.

—¿Estás preparada para mañana?

—Nunca lo estaré sin embargo ya no debo de callar, y que se venga lo que se tenga que venir.

—Todo va ir bien, ya verás —la mirada cálida que me da siempre para aminorar la situación.

—Voy con la mente abierta a todo tipo de posibilidades que se presente de la más mala hasta la más buena e ingenua.

Debo de amortiguar el peso de la situación, no debo dejar que me carcoma la cabeza.

—Creo que no falta mucho para la junta —checa la hora.

—Me iré adelantado y también necesito una taza de café —me levanto del asiento.

—No excedas en el café —advierte.

Me gusta tomar unas cuantas veces al día el café.
Es una adicción.

Camino directo a la maquina dónde preparo mi café.

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