Nivel seis: Piso quince

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—Creí que querías ganar —dice encogiéndose de hombros.

¿Ah? Quiere usar la psicología inversa. Se cree muy listo.

—¡Hey! No vas a usar ese truco conmigo.

—¿Cuál truco?

—Ese —lo señalo—. No te hagas el que no sabe que hay un truco.

—No es ningún truco. Solo digo que si yo fuera tú haría todo lo posible para cerrarle la boca a Teo. No me gustaría que el idiota pueda decir que tenía razón.

Golpe bajo.

—Okay, está bien. Seis horas, tres días por semana —propongo. Levanto mi vaso de café con hielos para chocarlo con el suyo a manera de cerrar el trato—. Ni una más.

—Será suficiente. Por ahora —acepta. El cristal de nuestros vasos suena cuando lo chocamos.

—Tramposo —susurro antes de llevarme el café a los labios.

Alcanzo a distinguir como se alzan las comisuras de sus labios mientras tiene la bebida sobre ellos.

—Creo que queda mejor un apretón de manos, ¿no crees?

—Nop —responde de inmediato.

—Oh, vamos, es más formal. Ahora somos algo así como colegas de trabajo.

Él se resigna y extiende su mano para que yo la tome. Las observo. Son de esas manos grandes a las que se les salta una vena con el movimiento. Tengo flashes de pensamientos impuros. ¿Por qué tiene que ser un tipo sexi además de lindo?

—Lindas manos.

Mierda, ¿lo pensé o lo dije? Por la cara de Aaron creo que lo dije.

—No, no. Quiero decir... —tartamudeo. Mis mejillas arden—. O sea. Son lindas. Pero no quería...

—Lindo cabello —me corta él.

Me quedo paralizada en el acto.

—Estamos a mano —concluye y vuelve a sorber el café como si nada.

La bebida se termina y mis labios permanecen fríos como los hielos del vaso

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La bebida se termina y mis labios permanecen fríos como los hielos del vaso.

Aaron es un tipo callado, muy callado. Me pregunto como demonios sostiene un stream si no habla nunca. Yo no soy callada, yo podría dar conversación para los dos, pero a él lo noto... diferente.

Distante, cauteloso.

La última vez hablaba como si yo me hubiera ganado su confianza en el momento en que invadí el balcón en que estaba refugiado él y le dije «Lamento interrumpirte, pero necesito un respiro». O al menos eso me hizo pensar la cara extrañamente... iluminada que me dedicó como respuesta.

Supongo que ahora las cosas son diferentes.

Si algo me gusta de mi trabajo es que por un rato puedo actuar como una niña, puedo volver a ese entonces cuándo mi única responsabilidad era ganar un juego. Pero también tiene cosas de adultos aburridos como las facturas, hablar con otros adultos que quieren ganar dinero contigo porque eres una influencia y fingir que mi cerebro funciona como el de cualquier otro adulto cuando me escribo con los patrocinadores.

Glitch: del amor y otros juegosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant