31. [No es lo que parece]

Comenzar desde el principio
                                    

— Lo sé, debe de ser complicado.

— Nena, te ves hermosa hoy — Sonríe hacia él, Altas tomó algo de su maletín y de pronto sacó una tableta de chocolate grande.

« Mi debilidad »

— Te traje algo de dulce, sé lo mucho que te gusta el chocolate.

— Gracias, siempre recuerdas lo que me gusta — A veces en la vida no solo importaba el valor de las cosas si no los pequeños detalles que me hacían sentir querida.

« Altas me demostraba su cariño de esa manera»

— Es mi gusto culposo, verte disfrutar del chocolate me da placer visual. — Asentí tímidamente porque cuando comía chocolate no me veía para nada tierna.

— Pasemos a la mesa, cociné lasaña para ti.

— Sabes que eso es lo que me encanta de ti, que seas tan atenta. A veces olvido que aún sigues casada con papá e imagino una vida juntas, yo llegando a casa del trabajo y tú cuidando a nuestros hijos.

— ¡Atlas! — Exclamé, nunca antes me había plantado la idea de tener hijos; Atlas era uno de los mejores partidos que podía tener, no solo era apuesto y responsable sino que también tenía mi cariño.

« Adoraba estar con él »

Pero aún no me sentía lista para ser madre, no estaba tan segura de mí misma; tenía que terminar primero con mis obligaciones, asegurar el futuro de mis abuelos y el mío.

« Tenía otras responsabilidades »

— No pongas esa cara, quiero que seas la madre de mis hijos — Sonrió Atlas, tomé un plato de la alacena y empecé a servir la comida, antes de poder decir algo; él se acercó a mi lado y abrazó mi cintura.

— No te obligo nena, te quiero y lo sabes. Tan solo es una suposición pero de verdad quiero que siempre estés en mi vida, deseo tener la familia de mis sueños contigo.

— Aún no estoy lista, no sé si... — Hablé nerviosa.

— Serás la mejor madre del mundo y si le cocinas a mis hijos como lo haces conmigo ahora; los conquistarás desde el primer momento.

— Dices unas cosas tan locas — Sonreí con más ánimo, terminé de servir los platos y empezamos a cenar.

— ¿Has hablado con papá? — Negué, tomé un trozo de pan de la mesa y lo mordí.

— Dijo que probablemente no llegue a dormir hoy, se irá de viaje por tres días.

— ¿Sabes a dónde irá? — Pregunté, no me importaba en lo absoluto Hernán pero tampoco le deseaba el mal, él me había ayudado con la situación precaria de la granja y de verdad le agradecía eso.

« Su ayuda económica »

— A Dubái, Norma lo acompañará — Asentí distraída, la comida estaba deliciosa y cenar en compañía de Altas me hacía sentir una calidez que antes no había experimentado con Hernán.

La cena estuvo acompañada de una conversación amena, Atlas me contó a detalle de su día atareado en el hospital; había atendido dos casos de emergencia por accidentes de tránsito además de practicarle los exámenes a la niña con eficema pulmonar.

También hablé de mi día, le conté sobre mi presentación de un modelo nuevo de comercio que teníamos que hacer, intentar proponer un modelo que llevara a un país a una rápida industrialización.

Atlas me felicitó por mi trabajo y después de terminar la cena; subimos juntos a su habitación.

El tenía que darse un baño y aunque yo tenía frío quise acompañarlo, nuestra noche estuvo acompañada de besos, caricias y jadeos por parte de ambos.

Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora