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Me encanta ver como papá entrenaba (si se le puede llamar así) con las velociraptores. La forma en la que ellos le hacían caso y le tienen confianza.

Eso era de las cosas que admiro de él.

Me recargué en el barandal y le miré a mi lado.

Luego les dio una rata a cada una por ser "buenas chicas". Al darse cuenta que lo miraba hacer su trabajo sonrió y caminó hacia mí, me abrazó y me dio un beso en la cabeza.

—Creo que les caigo bien—presumió.

—¿En serio? No me había dado cuenta—respondí como siempre, sarcástica.

Sonrió y me atrajo más a él.

—¡Cerdo suelto!—el grito llamó la atención de ambos.

Nos separamos para ver al pobre cerdito corriendo de los velociraptores.
Un chico trató de tomarlo con una especie de correa pero el cerdo corrió y él cayó a su hábitat.

—Ay no...

Corrió para sacarlo de ahí.

—¡Papá!

Corrí detrás de él siguiéndolo hasta la puerta.

—Quédate aquí Chloë.

—Pero...

Me cerró la puerta en la cara y entró.

Su compañero Barry también corrió, pero él sí pudo pasar.

—Quédate ahí rubia.

Me cerró de nuevo la puerta en la cara y sólo miré a papá.

Barry abrió la segunda puerta y el chico que había caído entró corriendo. Mi papá se quedo ahí hablando con los velociraptores.

—Cierra la puerta Barry.

—Pero...—Barry se encontraba igual que yo; atónito.

—¡Papá! ¡No!—grité desesperada.

—Hazlo.

Barry le hizo caso y la cerró, cuando faltaba poco para cerrarse totalmente logró pasar a la pequeña jaula entre la primera y la segunda puerta.

Suspiré de alivio.

Le dijo algo al chico y salió hacia mi.

—¿Cómo te atreves a hacer eso? ¡Me tenías tan.... Agh!

—Oye, como que tienes mucho estrés como para ser una chica de dieciséis ¿no?

Lo fulminé con la mirada y le di la espalda molesta.

—Actúas como niña pequeña.

Me giré a verlo y estaba riendo.
Los estúpidos moscos me picaban las piernas debido al pequeño short café que traía. Lo bueno que usaba una playera de tirantes morada y encima una camisa de manga larga blanca con los botones abiertos.

Me rasqué una pierna y mi papá río más fuerte.

—¿De qué te ríes?

—Niña enojona.

Mis botas cafés estaban cubiertas de lodo y el cabello suelto casi no ayudaba porque el viento lo ponía encima de mi cara.

—Eso es karma para niñas enojonas.

—No soy una niña.

Dije entre dientes.

Me toco la nariz y sonrió.

—Sí lo eres.

stay with me    ──   zach mitchell 〘JW〙 -EDITANDO-Where stories live. Discover now