2. Welcome to Maranello

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-Señorita.- Escuchaba una voz, pero realmente no sabía si provenía de mi sueño o de la vida real. Lo deje pasar.

-¿Señorita Laurence?.- Puta madre, cuando se va a callar.

-¿¡SEÑORITA LAURENCE!?-dijo una ultima vez.

-¡AHHH!- grité como desquiciada, que hasta la azafata retrocedió.

-Lo siento señorita, solo quería decirle que hemos llegado.- dijo con la voz temblorosa.

-Oh...Muchas gracias y perdón.- dije algo apenada.

Al carajo no me arrepentía de gritarle estaba teniendo un sueño grandioso que consistía en que yo, estaba sobre una pista de patinaje la cual era demasiado grande. Cabe recalcar que antes de la muerte de mis padres yo era una patinadora excelente, precisa y obviamente hermosa. Era casi como Tonya Harding excepto por el hecho que ella todavía tenía mamá, era cruel pero la tenía. Y de repente...¡PUFF! Alguien se desliza sobre el hielo como el mismísimo puto de Bambi que apenas empezaba a caminar. Y estaba apunto de verle la cara cuando la muy amable azafata me despertó.

Al decirme esto empece a levantar mi mochila del suelo, y empece a caminar a la salida. Al llegar a tierra un coche bastante lujoso me recogió, pero me preguntaba que carajos le pasaba a mi abuela, siempre queriendo llamar la puta atención y eso que era una misión casi espía. Se acerco un hombre de la media edad hacia mí.

-Hola mucho gusto, me presento soy Armando Lombardi. Y la estaré llevando a cualquier sitió que usted me pida.- dijo.

-Antes que nada Armando, no me hable de usted por favor, llámeme Alaska segundo el gusto es mío.- dije con una sonrisa bastante verdadera que hasta yo me sorprendí.

-Entonces acompáñame hacia el coche Alaska.- dijo
Subí a la parte trasera del coche, ya que el asiento del copiloto estaba ocupado por otro hombre. Supuse que era un hombre de seguridad o algo así.

-Señorita Alaska, me presento soy Alonso Rossi, un placer.- dijo volteando su cabeza para verme.

-El placer es mío.- dije harta ya de presentarme unas mil veces.

Armando subió a la parte del piloto, encendió el auto y nos dirigimos al lugar donde me estaría quedando.

Recosté mi mejilla en la ventana empezando ver la hermosa ciudad. Siempre me había encantado vacacionar aquí con mi familia, me encantaba la comida y su gente. Pero ahora no estoy segura de pensar lo mismo. Sabia que no aguantaría el camino, así que... me volví a dormir.

El coche dio un frenazo y me desperté asustada, al parecer habíamos llegado, y estaba dudando de que Armando fuera un buen conductor. Alonso me ayudo a sacar el equipaje de la cajuela, que cuando lo vio pareció que se quería pegar un tiro ahi mismo, solo eran unas 5 maletas Louis Vuitton mas el baúl de la misma marca.

En donde me estaría quedando era un tipo de vecindad algo alejada de la sociedad pero muy lujosa, ¡Gracias abuela! Mi abuela siempre pensaba en los detalles y por eso la amaba. Caminamos los tres a donde se encontraban los elevadores y subimos a mi piso, el 11. Alonso y Armando metieron las maletas al interior de mi cuarto, que mas que cuarto parecía un puto departamento. Tenía cocina, una pequeña sala, 2 baños uno en mi habitación y el otro de invitados, y la mejor parte un balcón bastante grande con una hamaca.

-Muchas gracias muchachos pueden retirarse.- dije exhausta de el viaje. Todavía no me acostumbraba al nombre Alaska pero no tenía ganas ni de pensarlo.

-Por hoy hemos acabado, llámeme cualquier cosa señorita.- dijo entregándome una tarjeta con su número.

-Okey.- dije y los eche de mi cuarto.-

Para esto ya eran las cinco de la tarde y realmente no sabia si dormir o tomar una ducha, sin duda elegiría dormir pero ya lo he hecho mucho en este viaje, y aparte me sentía toda sucia, rancia. Abrí la puerta que llevaba a mi habitación y metí la maleta donde iban mis pijamas. Al estar sacando la ropa de la maleta note que había una puerta pegada a la pared donde se encontraba la television, me acerque a ella pero no la pude abrir y supuse que ese no era el closet. Antes de continuar al lo que me refería con "sacar mi ropa" era aventarla donde cayera. Agarre lo primero que ví y me dirijo a la ducha viendo la puerta una vez mas.

Al salir de la ducha envolví una toalla alrededor de mi cuerpo y una mas pequeña en mi cabeza. Y volví a ver esa maldita puerta, cansada empece a buscar por todos lados la llave, closet, baño, cocina pero no había ¡NADA!

Pero si había una llave en mi mesita de noche, si le hubiera dicho a mi abuela que no la encontraba me diría "Y si la encuentro que te hago" cuando me decía eso de pequeña literalmente me cagaba en mis pantalones. La agarre y la inserte y poco a poco fui girándola.

Cuando la abrí me encontré a un hombre de espaldas que supuse que sintió mi mirada.

-¿¡QUE CARAJOS TE PASA!?- grito el desconocido.

Al gritar me asusto que solté la parte de arriba de la toalla, mostrando mis pechos.

-¡PUTA MADRE!- dije antes de empujar la puerta con mi pie y cerrarla.

Estaba en shock el primer día y ya le estaba mostrando mis pecho a ese hombre, pero oigan que estaba de su putísima madre.

Todavía sin procesarlo agarre la ropa que había elegido y me la puse. Volví y abrí la puerta de nuevo.

-Eh...¿Hola?, me llamo Alaska.-dije con una sonrisa como si no hubiera visto mis tetas.

El se me quedo viendo como si estuviera loca.

-Soy Carlos, Carlos Sainz.- dijo y se quedo mirándome de arriba hacia abajo, supuse que era por que se que soy hermosa, pero...

Voltee hacia abajo y vi mi pijama que decía "Me encanta que me la metan" me lleva la mierda.






Nota de la autora: Hola amores, ¿que les esta pareciendo la historia? Ya apareció mi compadre el Carlos.

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