31. "Viviré con honor, comandante."

Start from the beginning
                                    

Haeran...

Me permití pensar que estaría haciendo en esos momentos, ¿me extrañaría? Los últimos meses los habíamos pasado casi viviendo juntos, él había estado a mi lado por tanto tiempo que me acostumbré a su presencia y ahora... se había ido, a servir al rey vampiro.

Caos II...

Solo pensar en ese bastardo me revolvía el estómago porque ya nos había declarado oficialmente la...guerra.

El significado de esa palabra, todo lo que implicada no terminaba de asentarse en mi cabeza. Porque ya no era historia o un tema del pasado que podíamos comentar mientras tomábamos el té y luego seguir con nuestras vidas como si nada, ya no era algo que se suponía no se repetiría porque habíamos logrado paz con muchos sacrificios. Todo lo que habíamos sufrido... había sido para nada porque nos encontrábamos de nuevo enfrentando esta cruel realidad.

La familia real había sido asesinada.

Jana había sido coronada como la reina más joven de la historia.

Los vampiros tenían a su rey de vuelta.

Y nos habían declarado la guerra.

Al salir de la ducha y quedar en una bata, me quedé viendo el uniforme militar negro con líneas azuladas a lo largo de las mangas y atravesando el pecho que simbolizaban el Kol. Observé cada detalle en silencio. Y aunque los recuerdos de lo que había pasado en la última guerra eran escasos en mi memoria, era suficiente para saber de qué lado había estado y por qué. Rocé con mis dedos la tela y luego las dagas que estaban a un lado.

Hipócrita...

Lo fui... por mucho tiempo. Me enfurecí y culpé a los demás, llamándolos desalmados por crear este sistema que mantenía esclavos a los vampiros y fui yo la que puso esos collares en sus cuellos. Fui parte del éxito y de la implantación de esto, me sacrifiqué por ello. ¿Con qué cara me atreví a sentirme superior a los demás por no estar de acuerdo con la esclavitud de los vampiros? Recordé todas las veces que con la frente muy en alto, le reclamé a mis padres, al rey y a Jarlen. Apreté la hoja de la daga hasta que me cortó la palma, el ardor me hizo soltarla de golpe, la sangre manchando las sábanas, observé mi piel y como las líneas minúsculas y azuladas del Kol reparaban la herida en segundos.

No eres humana.

Tampoco eres un vampiro.

Eres la ama del Kol.

Eres la comandante de las fuerzas militares de la humanidad.

Mi identidad estaba fracturada, porque ahora era capaz de usar el Kol, y recordar mis habilidades, pero una parte de mí seguía siendo esa Arlene humana ingenua cuya única preocupación era no avergonzar a su familia y cumplir su deber. La Arlene que había quedado completamente deslumbrada por el vampiro de ojos negros y fríos que quedó bajo su poder y la que se había enamorado de él como una tonta.

Alguien tocó la puerta y acomodé mi bata para que estuviera cerrada antes de decirle que pasara. Jarlen fue el primero en entrar, ya tenía puesto el uniforme a diferencia de mí, y mi madre lo siguió. Ambos intentaron presentarse ya que ahora yo era superior en rango a ellos, pero sacudí la cabeza.

—No. —Era lo menos que necesitaba—. Ya habrá tiempo para la diplomacia.

El alivio cruzó el rostro de mi madre.

—Arlene, ¿estás bien? —Se acercó—. ¿Eso es sangre?

—Estoy bien, fue una cortada —dije de manera automática, mi mirada yendo de ella a mi hermano quien se mantuvo a una distancia prudente de nosotras.

Suyo ✔️Where stories live. Discover now