-Que sí.

-No.

-Sí.

-No y-

-Que sí y ya.

-¿Por qué pelean ahora?- se escuchó una tercera voz.

-¡Sira! Tu novio necio, no quiere hacerme caso e ir a comer y descansar un poco- dije a la morena.

-Amore... vamos, debes ir a comer- le dijo.

-No Sira, no pienso separarme de ella- habló mi hermano.

-¿Y si me quedo yo? ¿Confías en mí para quedarme con Lili?

-Si per-

-¡Ay está! Me haz dado la razón, ahora ve a comer y a dormir un poco- le pidió la morena.

Luego de un rato, finalmente convencimos a mi hermano de ir a casa a dormir y comer algo.

-¿Se puede?

-¡Eric! Claro que sí. Pasa- hablé.

-¿Cómo estás?- preguntó.

-Bien ¿que hay de tu brazo?

-Ya esta en su lugar- dijo riendo.

-¿Qué hay de tu muñeca?

-Ya la unieron- dije de igual forma.

-¿Y tu pierna?

-Al final, me esguincé la rodilla, al parecer no puedo caminar bien en 20 días, pero estoy bien.

-Me alegro. Me voy que Alicia me está buscando- dijo despidiéndose -Chau-

-Chau- dijo Sira.

-Chau.

-Los chicos vinieron ayer, estaban muy preocupados por ti- dijo la morena.

-Lo sé, lo siento.

-No tienes que disculparte, no fue tu culpa- me dijo.

-Lo sé, pero se siente como si lo fuera- me sinceré.

Sira me abrazó con cuidado, tratando de no lastimarme y me puso una película en la televisión. 

Me quedé dormida.

-Me alegra que despertaras. Tenemos que hablar- dijo una voz en cuanto abrí los ojos.

-¿Y Sira?- pregunté.

-Se fue hace un rato.

-¿Sobre qué quieres hablar, Ferran?

-No más auto para ti Lili- soltó.

-¿Qué? ¿Por qué?- pregunté. No entendía a qué se refería.

-Por esto mismo- dijo apuntando la camilla.

-Pero no fue mi culpa, lo sabes.

-Lo sé, pero no puedo arriesgarme otra vez... Lili, pensé que te perdía, ¿Sabes lo que es estar en casa y que de la nada llamen a tu móvil diciéndote que tu hermana ha tenido un accidente? ¿Ah?

-Pe- pero mírame, estoy bien, estoy aquí.

-Si, estás en una cama de hospital Lili, cuando deberíamos estar en casa viendo películas- dijo.

-Ferri, por favor, no me quites los autos nuevamente- pedí.

-Lo siento, pero no pienso arriesgarme por tercera vez. No puedo perderte, entiéndeme. 

-Créeme que te entiendo, pero no fue mi culpa- dije nuevamente.

-Perdón, pero ya tomé la decisión- dijo firme y mis lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Esto no era justo.

Ferran salió por la puerta unos instantes después y mis lágrimas seguían bajando por mis mejillas.

-Toc-toc ¿Puedo entrar?-escuché una voz proveniente de la puerta y yo asentí.

-¿A qué no sabes q-? Ey, bonita ¿Qué tienes? ¿Todo está bien? ¿Te duele algo?- preguntó preocupado.

-No, tranquilo, todo bien- dije absorbiendo mi nariz.

-Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿verdad?

-Lo sé... Al parecer estoy castigada- dije luego de unos segundos tratando de sonreír.

-¿Castigada? ¿Por qué? No entiendo. 

-Ni yo, pero Ferran no me quiere detrás del volante nuevamente. 

-¿Cómo qué nuevamente?

La haz cagado, Lili. Me dije a mí misma dándome una bofetada mental.

-Lili, ¿a qué te refieres con nuevamente?- preguntó en tono serio.

-Bien. Te lo diré, siéntate- dije señalando la silla a un lado de la camilla.

-¿Recuerdas la vez que fuimos a rentar los autos en Qatar?- pregunté y el asintió -¿Recuerdas que Ferran y yo hablamos antes de subir a los autos?- volví a preguntar y asintió nuevamente.

-¿Eso qué tiene que ver?- dijo.

-Esa vez Ferran no quería que condujera.

-Sigo sin entender- intervino.

-Hace tres años, comencé a conducir, iba al supermercado, llevaba a mamá al banco, cosas pequeñas; pero poco a poco fui cayendo en el mundo de las carreras callejeras. Mis padres no lo sabían, ni siquiera Ferran, hasta que un día se me salió decirlo frente a él, me hizo prometer no volver a correr, y yo acepté con la condición que me dejara correr una última vez, cosa que él no estuvo totalmente de acuerdo, pero logré convencerlo. Finalmente, llegó el día de la carrera; había convencido a Ferran de ir a verme correr, luego de estar un rato ahí, llegó mi turno, ya había revisado niveles y todo estaba bien con el auto; en la última curva, había aceite derramado con agua, perdí el control del auto, choque contra el quitamiedos y el auto volcó. En el accidente, me facturé la pierna, y 4 costillas, se perforó mi pulmón y me esguincé las cervicales; estuve en cuidados intensivos por una semana, mi corazón se detuvo de camino al hospital, y por segunda vez en la sala de operaciones; los doctores dijeron que fue un milagro que sobreviviera- dije.

Al terminar de hablar, vi como la primera lágrima que estaba conteniendo, cayó por su mejilla, pude ver el dolor en sus ojos.

-Pablo... dime algo por fa- pedí al ver que no decía nada. 

-No puedo... yo lo... siento, perdón- dijo levantándose de la camilla, a la cual se pasó conforme iba contándole -Perdón- habló por última vez antes de cruzar la puerta para salir de la habitación.

-¡Pablo!- grité en un intento de que volviera pero fue en vano -Pablo...- susurré una última vez antes de romper en llanto.

No tardó mucho tiempo Ferran en aparecer en mi habitación.

-Pulga, ¿qué tienes? ¿Y Gavi?- preguntó preocupado acercándose a mí al verme llorando.

-Se lo he dicho, le he contado la verdad, ya lo sabe... y... ahora se ha ido- dije antes de volver a llorar.

Me aferré a mi hermano, me sentía como una niña pequeña, indefensa, débil...

Sabía que contarle todo esto era una mala idea, como siempre, yo y mi estúpida bocota, pero finalmente lo hice; aunque era obvio que reaccionaría así, quiero decir... nadie quiere alguien defectuoso en su vida, alguien a quien cuidar, alguien por quien preocuparse, y menos a alguien como yo, cuyas cicatrices siguen ahí a pesar de ser casi invisibles.

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Me dolió este capítulo:(

 𝐑𝐄𝐃Where stories live. Discover now