La dejé con la palabra en la boca mientras caminaba con mucha rapidez. Mis piernas temblaban un poco al igual que mis manos. Las tomé entre sí, jugueteando con mis dedos en un gesto nervioso que acompañó mi respiración agitada por la preocupación.

Me detuve en la puerta de su despacho

—Ahm... —pasé saliva—. Ya estoy aquí.

—Pasa —indicó

Ingresé, tomando el pomo en mi fría mano, lo giré y me adentré a la estancia con mi corazón latiendo muy, muy rápido. Al estar dentro, dejé la puerta medio cerrada y froté mis palmas sudorosas con mis jeans

—¿Sí? —pregunté

—Acércate —señaló una silla frente a su escritorio

Más nerviosa aún, solo pude hacerle caso

—¿Te gustó el desayuno? —cuestionó, distraídamente

Eso terminó de confundirme

—Ahm... tú debes ir a trabajar y mamá quiere que la acompañe a la cafetería. Quizás... sería mejor no alargar la... conversación.

Me armé de valor para decirlo, e incluso así, mi voz salió insegura en cuanto lo pronuncié

—Tienes razón —organizó algunos papeles—. Te llamé por algo.

—Te escucho —murmuré, impaciente

No me servía que diera tantos rodeos, entre más se demorara, más estaría preocupada y eso me causaba una sensación que no quería tener nunca.

Expulsé una lenta bocanada de aire. Él me miró por fin

—Quería hablarte de tu novio —murmuró

Inmediatamente, mi cuerpo se puso recto

—¿Qué pasa con él? —cuestioné, alarmada—. Pensé que todo estaba bien, digo... él fue amable, respetuoso, sincero...

—No hablo de eso.

—¿Entonces de qué? —presioné

Cruzó sus manos sobre la madera

—Yo te dije algo. Y no lo hiciste.

Su voz saliendo como un reproche enseguida me atemorizó

—Lo siento —me apresuré a decir—. Perdón, sé que debí decírtelo, yo estaba... pensaba que no ibas a aceptarlo. No sé en qué pensé.

—Evidentemente, estamos de acuerdo en eso.

—Pero, padre... —bajé mi cabeza—. Yo lo quiero.

—Eso se nota. De otra forma me habrías hecho caso.

—Haré lo que sea —volví a mirarlo, mordiendo mi labio inferior con algo de fuerza para que mi voz no me temblara—. ¿Podrías... no alejarme de él?

—Yo no te alejaré de él.

Liberé el aire de un sólo golpe con alivio

—Gracias, te prometo que...

—Lo harás tú misma.

Mi expresión cambió por completo

Toda gota de tranquilidad que hubiese adquirido en el último milisegundo se fue como si me hubiesen dado una bofetada para volver a la realidad.

—¿Eh? —fui capaz de decir

—No, no hablo de que lo dejes ahora —me tranquilizó, poniendo sus manos en son de paz—. Hablo de que cuando se terminen tus vacaciones entrarás en la universidad. No tendrás tiempo para nada más.

Invierno de colores✓Место, где живут истории. Откройте их для себя