27. Volverte a ver

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Me detengo de golpe al saber lo que revele.

Mierda. Debo de medir mis palabras, nadie sabe que estuve casada, nadie debe de saberlo.

—¿Eres casada? —es obvio que si lo escucho.

—Eh, no —no se que decir, ni con que taparlo.

—Entonces ¿divorciada? —tantea.

—No lo digas, por favor no vayas a mencionarlo en ningún punto en frente de los demás; nadie debe de saberlo —muerdo mis labios rezando para que no diga nada—. Yo, no debí de mencionarlo.

—No te preocupes no diré nada —suena tan confiable—, no soy quien para revelar tal secreto.

—Gracias

—Busca ayuda, no es normal que te sientas asfixiada en momentos así, puedes llegar a colapsar o que te dé un ataque de ansiedad —habla con tanta seguridad—. No dejes que empeore.

—No lo había pensado de esa manera, nunca lo he dicho y quizá tengas razón —me refiero a buscar ayuda.

—Me ha ganado la curiosidad por saber quién es la persona que te alteró tanto —veo curiosidad en sus ojos—. Suelo ser preguntona, no es nada personal, mi esposo suele decir que lo soy.

—Acabo de ver al que era mi esposo —suelto sin medir nada—. Han pasado años que lo vi por última vez.

—Te veo demasiado joven como para que te hayas casado ya —me mira acusatoriamente—, no debes de tener más de veinticinco o ¿me equivoco?

—Tengo veintitrés, me case a los dieciocho. Mi matrimonio duro solo un año, me divorcie a los diecinueve —no se sorprende con mi confesión—, ya lo sé, suena irreal y muy loco.

—Yo también me case muy joven y sigo casada con él, yo solo tenía diecinueve años —se le sale una sonrisa tan llena de recuerdos—. Pero bueno, no estamos hablando de mi. ¿Qué te llevo a casarte tan joven?

—Me enamoré como tonta —omito la verdad—. No funcionó. ¿Y tú?

—Por amor, hace poco cumplimos once años de casados —su cara es de total felicidad al decirlo—. Soy buena escuchando.

Es una clara señal para decir que quiere saber más. Y está vez, no me impide nada contar de mi vida, mi pasado.

—No contaré nada con lujo de detalles pero, él amaba a otra persona me case creyendo que no había nadie en su corazón, meses después de casados llegó ella y mi matrimonio se fue a picada. Yo era la que sobraba y me hice a un lado. Una noche salí —recuerdo aquel día a la perfección—, para no regresar jamás, esa fue la última vez que lo vi durmiendo con otra. Meses después le envié el divorcio.

—Lamento que no funcionará.

—Yo no, fue lo mejor que pude hacer por los dos. Así el podía ser feliz con la mujer que amaba y yo podría ser libre para no seguir sufriendo —después de mucho pensé que ya no dolía pero hay algo que dice que la herida sigue ahí.

—¿Sigues pensando lo mismo hasta ahora?

—Si, aunque no todo fue fácil después me enteré de algo que nos une, él no lo sabe aún. Ya tenía planeado buscarlo pero el destino quiso echarme una mano apareciendo tan repentinamente —resoplo—. Nada sale como uno lo planea.

No sé si contar la parte de que tengo una hija.

—Cuándo me enteré tuve tanto miedo, que incluso llore, estuve tan indecisa en qué hacer. Ahora es mi sol, mi vida.

Hablar de mi hija Eileen se siente bien y que no sea alguien de la familia a quien se lo cuente.

—Un hijo —parece entender—. Yo también tengo uno, se llama Cassian, tiene diez años y es lo más lindo que tengo en esta vida, cuándo lo supe fui muy feliz y mi esposo también. Que tanta era la felicidad que parecía irreal hasta que ocurrió algo muy catastrófico y creí que Eidan no conocería a nuestro hijo.

Subastada al mejor postorWhere stories live. Discover now