Capítulo 1

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Las lágrimas se deslizaban suavemente sobre el sonrojado rostro de Paloma, mientras ella caminaba esquivando los charcos, dirigiéndose a su pequeña casa en Prado Centro. Sus pensamientos la estaban acuchillando, trataba fuertemente de manejar su respiración, mientras evitaba que un ataque de ansiedad la ahogase en plena calle. Al fin y al cabo sólo era una chica de 19 años, que estaba descubriendo cómo vivir en un mundo tan duro como este.
Se encerró en su habitación, trató de tranquilizarse y enfocarse en la reconfortante luz lunar que atravesaba el lugar. Abrazó a su gato hasta que sus ronroneos pudiesen atravesarla y hacerla olvidar los problemas que la estaban agobiando. El sueño le estaba ganando, sus ojos estaban casi cerrados de lo hinchados que se encontraban; sin embargo, un ruido bastante peculiar la alejó totalmente de ese estado.
Era como si un tren estuviese pasando cerca de su casa, se escuchaba tan claro que Paloma se levantó de su cama inmediatamente y se asomó por la empañada ventana: no había nada. Aquel suceso se le hizo extremadamente raro porque ella estaba segura de lo que había oído, pero decidió ignorarlo y al final solo concluyó que su cansancio la había hecho imaginar cosas. Sin embargo, a la noche siguiente, la chica se encontraba preparando su cena cuando de repente volvió a escuchar el sonido y esta vez, vio algo totalmente surreal: era un tren antiguo, de un color negro azabache que combinaba armoniosamente con unos detalles en un tono vino tinto, las calles estaban cubiertas por las vías por donde este se movía y en los vagones se podían ver pasajeros, por lo que Paloma corrió escaleras abajo para presenciar más de cerca el espectáculo que estaba viviendo. Al llegar a la calle notó que ninguno de sus vecinos estaba enfocando su vista en aquella máquina, era como si fuese totalmente invisible y eso la desconcertó; analizaba a las personas que caminaban en la misma acera que ella y se dio cuenta que era la única que estaba viendo la locomotora.
Mientras la chica se encontraba en aquel estado de perplejidad, de repente se bajó un hombre de un aspecto curioso. Era extremadamente alto, esbelto, tenía los ojos pequeños de un color avellana intenso y su cabellera era negra; vestía bastante elegante, como si perteneciera a la década de 1930, en su cabeza se encontraba un fino sombrero de copa y estaba fumando una pipa larga. Paloma estaba anonadada, se quedó inmóvil mientras su mente procesaba lo que estaba viendo; el hombre se acercó hacia ella y le preguntó si tenía su boleto para entrar, a lo que ella negó lentamente. El hombre con tranquilidad le ofreció de igual modo ingresar en el tren, así no tuviese boleto; la chica sabía que nada de lo que estaba pasando tenía sentido, pero su vida estaba tan tormentosa que solo aceptó, no le importaba nada de lo que pudiese pasar, ella solo quería desaparecer de su propio mundo y escapar como fuese posible.
Al entrar, se dio cuenta que todas las personas estaban vestidas acorde a la época del caballero, las mujeres poseían hermosos vestidos largos y peinados elegantes, los hombres lucían traje de sastre. Nadie la estaba observando, nadie hacía contacto visual con ella, era como si en su mundo el tren fuese invisible, pero en este, ella era invisible y eso se le hizo un poco raro, sin embargo, era lo que menos le importaba en el momento. Al sentarse, empezó a ver como al pasar por las calles, muchos edificios desaparecían paulatinamente, mientras otros cambiaban completamente de arquitectura, tomando formas mucho más antiguas o coloniales. Las personas de la calle también cambiaban, vestían cada vez más antiguas, sus peinados también dictaban lo mismo y fue ahí cuando Paloma se dio cuenta de que había tomado un extraño tren hacia el pasado.

1930Where stories live. Discover now