-¿Prometes no decir nada?

-Lo prometo levantó su mano derecha en señal de que cumpliría su palabra. Juan rió.

Ya no podía evitarlo.

Quackity recogió su almohada y se arrepintió totalmente de no haber llevado ropa de cambio, significaba que tendría que irse a plena luz de la mañana un domingo a su casa que no quedaba en el mismo vecindario

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Quackity recogió su almohada y se arrepintió totalmente de no haber llevado ropa de cambio, significaba que tendría que irse a plena luz de la mañana un domingo a su casa que no quedaba en el mismo vecindario. Se regañó mentalmente por haber olvidado que juan no estaría en su casa, así que la mejor opción era irse con rubius, pero éste ya se había negado porque al parecer, Robleis lo había invitado a pasar el día. Así que, sin más, le tocaría irse con esas fachas hasta su casa él solo, incluso debía tomar el autobús. Vergonzoso, debió escuchar a juan cuando insistió en llevar más ropa

-Mmm, bueno, creo que ya me voy-miró el reloj en la pared de la sala que marcaban las diez de la mañana.

-Lo siento, Quacks-hizo un puchero el rubio.

-No te preocupes, pásala bien-sonrió, tomando con fuerza su almohada,
no podía evitar su posible humillación pública, debía enfrentarla.

El de gorro se despidió y salió de la casa. Caminó unos cuantos pasos, sintiendo la pesada mirada de todas las personas que pasaban por la calle, algunos paseando a sus mascotas y unos cuantos niños jugando con sus bicicletas. ¿Qué hacían afuera un domingo por la mañana? ¿no se supone que todos dormían hasta tarde? Aceleró su paso, así su humiliación sería menos.

-¡Quackity!-gritaron a su espalda, haciendo que se detuviera de golpe-

¡Espera!

Se giró a ver al dueño de esa hermosa voz que conocía muy bien. Sus mejillas se sonrojaron al verlo también con su pijama puesta, cargando una pequeña maleta en donde suponía que estaba su ropa, no entendía qué hacía vestido así.

-Vamos, te llevaré a casa-le sonrió el mayor con amabilidad.

-Y-Yo no vivo en este vecindario-dijo apenado, viendo que ahora ambos

habían llamado la atención de las personas que reían cuando pasaban a su lado.

-Lo sé-rio-Tengo mi auto, vamos a mi casa y te voy a dejar a la tuya. ¿O prefieres ir vestido así en autobús? Aunque te ves muy lindo.

-No digas esas cosas-rió nervioso, apartando la mirada.

-Lindo, lindo, lindo.

Quackity no sabía en donde esconderse, Carre era demasiado para su alborotado corazón, era como si reaccionara con solo escuchar su voz, ¿era eso estar enamorado? No lo sabía, nunca se había sentido de esa manera con nadie.

-V-Vamos por tu auto.

Carre asintió emocionado y tomó la pequeña mano del menor, guiándolo
hasta su casa que estaba mucho más cerca.

Cookie | Spruan AUWhere stories live. Discover now