Aviones de Papel

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James

Sentir el frio helando tus huesos, el hambre nublando tus sentidos, es una sensación tan compleja y devastadora que no podría deseársela a nadie, a pesar de la agonía, en algún punto todo se apaga y solo hay silencio no sientes nada y eso es reconfortante.

Pero para llegar a tal punto primero hay que ir al comienzo.

No sé exactamente el día en que nací, pero seguramente mi muerte no será igual de frívola que mi nacimiento, nunca me dijeron exactamente cuándo llegue a este mundo, tampoco es que me interese.

La KGB me enseño que no era algo relevante. Fui una creación, una combinación de genes rigorosamente escogidos para crear al mejor soldado que pudiera existir. Todo en mi es superior a los demás, mi inteligencia, mi fuerza, mi rapidez, pero no todo es bueno.

Viví gran parte de mi vida siendo un experimento, no salía de las cuatro paredes de un laboratorio sin que agujas del largo de una mano me atravesaran primero o sin que me realizaran un test de aprendizaje o psicológico. Todo mi vida se baso en la existencia de la organización, a los 7 años empecé a entrenar me sometían a hambre y dolor con entrenamientos tan extensos que lograba desmayarme para despertar en una camilla en el laboratorio siendo inyectado otra vez, a los 10 años ya tenia el conocimiento y entrenamiento de un soldado de rango superior y fue ahí cuando empecé el campo de batalla al, principio eran cosas simples, robar información en una memoria, matar a algún político desde la ventana de algún rasca cielos, pero cuando los vengadores empezaron a desmantelar la KGB y Hydra todo se fue al carajo.

Empezaron los traslados y no llegue a vivir en un lugar más de un mes, tenía que huir o esconderme; claro siempre estaba acompañando, la organización no me iba a dejar que su mayor azaña estuviese sin supervisión, era demasiado riesgoso, además ni siquiera se hacer un plato de arroz sin que se queme o tenga tanta sal como el mar.

Mi ultimo compañero si fue bueno (tenía que cambiar constantemente por seguridad), el sí me ayudo, me enseñó un par de cosas de la vida que no habría podido aprender en la KGB y me mostró cosas que jamás había visto como las fuentes de sodas – ¡pero qué cosas tan maravillosas! – el de verdad era mi único amigo hasta que...

- Mira Poul, te hice un nuevo avión de papel.

Le estaba entregando un avión de papel azul que le había hecho a mi camarada, el me enseño hace poco a hacer aviones de papel, es divertido tirarlos desde la azotea y ver cuán lejos llegan.

- Maravilloso James, gracias

Vi como dejaba el avión que le había entregado en una caja que estaba repleto de otros más con los cuales jugaríamos más tarde.

Sera muy divertido.

En ese momento entró una llamada al teléfono de Poul, sabía que era la organización ese celular era su única fuente de comunicación. El contesto la llamada ni bien escuchó el teléfono sonar luego se paró y continúo hablando en la habitación de al lado

Mientras me dedicaba a observar el apartamento en que vivíamos el cual no era lujoso claro, pero si acogedor. Este era un edificio antiguo donde ahora solo viven propietarios igual de viejos que este lugar.

Como la señora Marchesi quien fue hija de un soldado que lucho contra los nazis en la primera línea italiana y terminó conociendo al amor de su vida aquí en Noruega, ella es muy amable y nos ha traído comida a mí y el camarada más de una vez.

Nuestra casa temporal consiste de una sala-comedor, dos habitaciones lo suficientemente espaciosas para una cama de una sola persona y una pequeña cómoda donde están nuestras cosas, un baño y el balcón donde tenemos vista a la ciudad desde la sala donde solo hay un sofá que huele a polvo todo el tiempo por mas que lo laves y una alfombra blanca que por el paso de los años ahora es amarilla; no hay televisor pero si una pequeña mesa en el centro donde estoy haciendo mis aviones de papel y también tenemos una radio donde justo ahora están pasando una canción que se llama It's Been a Long Time es bastante melodiosa "como para bailar un vals como dos enamorados" o al menos eso dijo Poul, yo de amor no sé nada.

Está atardeciendo así que los rayos de sol se cuelan por el balcón haciendo que la sala y la cocina se vean cálidas, eso me hace sentir tan bien, es algo en mi pecho que no se explicar; no he tenido muchos momentos felices en mi vida, pero estos últimos meses con Poul me han hecho tan feliz; como si alguna parte de mi sintiera que no todo es dolor.

Mi camarada ya se esta tardando mucho así que me levanto a buscarlo. Cuando voy a entrar a la habitación donde él se encuentra, yo alcanzo a escuchar algo de lo que estaba diciendo

-¿Señor está seguro que... pero... entendido general – al decir lo último podía escuchar un tono de ¿decepción? ¿tristeza? ¿qué le habrá dicho el general?

No quería que el me descubriera espiando así que antes que se levantase para salir de la habitación salgo corriendo para sentarme donde estaba antes y fingir que no he escuchado nada.

Al llegar ni siquiera me miro a los ojos, se sintió tan extraño. Cada vez que me veía solo había tristeza o lastima, estaba entrenado para leer su lenguaje corporal, pero el también era un soldado entrenado así que es más difícil de lo que parece.

- Mañana partiremos al amanecer

- ¿Nos vamos a reubicar? Apenas ha pasado un mes y medio, creí que serían dos – noté como sus músculos faciales se tensaban, esto no es bueno.

- ¡¿Qué te he dicho, eh?!

- Que no haga preguntas – no suele ser tan hostil, ¿Qué está pasando?

- Bien... James – quiero pensar en cosas buenas pero la tristeza me invade, no quiero que me reubiquen, no quiero volver, no quiero alejarme de mi camarada, no quiero más dolor.

- ¿Si, Poul?

- Mañana, antes de irnos te llevare a ver peonías antes de salir de la ciudad. ¿Qué te parece?

¿Peonías?

- ¿Qué es eso? ¿Una clase de cabras? – Poul soltó una carcajada como nunca lo había escuchado, ahora me contagio su risa.

- No seas tonto, son una clase de flores que en la mañana florecen y desprenden un olor muy agradable.

- Ya entiendo, son flores.

- A veces olvido que hay tanto que no conoces – si mirada cambió y desde la llamada que tuvo con el general por primera vez me vio a lo ojos, yo solo le pude sonreír. Si iba a ser nuestra última noche juntos no lo iba a despreciar con preguntas innecesarias.

- Bien que tal si ahora vamos y aventamos estos aviones de papel desde la azotea, apuesto que puedo ganarte.

- Eso lo veremos.

El resto de la tarde pasamos riéndonos, mientras que veíamos el sol ponerse; incluso tomamos coca-cola sentados al borde de la azotea. Me conto sus historias de soldado en medio del el Norte en rusia. Y después de mucho tiempo me sentía feliz, ojalá pudiera quedarme así por siempre, ojalá pudiera congelar este momento.

James Romanoff - It's Been a Long TimeWhere stories live. Discover now