Prólogo

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-¡No me importa lo que me digas! ¿¡Tú sabes todo lo que estoy viviendo por ti!? ¡¿Acaso piensas que yo no tengo sentimientos?!-le grité lleno de furia y dolor mientras salía rápido de su casa en la playa.
-¡David! ¡Por favor, espera! ¡Sólo dame un minuto!- escuché como gritaba detrás mío.     

-¡Li...Elizabeth! ¡Déjalo ya!- le grité metiendo las manos en los bolsillos e intentando coger calor. Al salir corriendo de la casa había olvidado coger la chaqueta e iba únicamente con una camiseta de manga corta y un jersey fino encima.

Escuché que ya no me seguía, así que me giré para ver su rostro por última vez antes de seguir caminando por la playa hacia ninguna dirección. Llevaba su vestido blanco fino largo, y encima llevaba su bata larga fina de seda azul verdosa, esa bata que tanto me gustaba como le quedaba. 

Era ella, su rostro, su tristeza, su mirada triste, esos ojos tristes que nunca llegué a olvidar.
-¡No quiero irme, pero tengo que hacerlo!
Esas palabras salieron de mi boca sin yo querer decirlas. Elizabeth se había convertido en parte de mí, era mi felicidad, mi motivación, era todo para mí, pero resultaba no ser igual para ella, o eso me hizo sentir esa última vez que discutimos.

Caminé unos pasos hacia ella, para tenerla lo suficientemente cerca como para no tener que alzar la voz. La miré, suspiré; ella tenía los ojos más brillantes que el reflejo de la luna en el agua del mar y se limitó a mirarme con su mirada triste. Aguanté unos segundos que parecieron eternos mirando esos ojos tristes grisáceos que ahora eran tan profundos que parecían negros como la noche.

-No quiero esto, para ninguno de los dos- le dije yo apartando la vista a la luna.                                     
 -David, no está siendo justo, no lo eres- me dijo ella con los brazos cruzados, probablemente porque tenía frío.                                                     

-Estoy en una situación tan crítica que no estoy valorando lo justo, si no lo que es correcto- le dije yo volviendo mi mirada a ella, que no había apartado su mirada de mí.                     

-¿Por qué no volvemos a casa y lo hablamos todo?- me dijo ella acercándose a mí despacio.
-Estoy en tu vida como si fuese una pieza de un puzle que no encaja- le respondí mirándole a los ojos fijamente.
-No puedes compararte con eso, David, te aprecio mucho- me dijo ella acariciando mi rostro.       
-Ese es el problema, no tengo espacio en tu vida, y lo entiendo, no es nuestro momento. Sé feliz con tu vida ahora que puedes, se feliz con Francesco- le dije yo quitando su mano de mi rostro.     
-¿El problema es Francesco? ¿Me estás poniendo de excusa a Francesco?- me dijo ella dando unos pasos hacia atrás.

-Te quiero muchísimo, Elizabeth- dije dando unos pasos hacia atrás, aguantando no llorar frente a ella, que si lloraba. Sus ojos brillaban con la luz de la luna y podía ver a través de sus ojos su dolor, el dolor que nos estábamos causando el uno al otro. Me quité el jersey y me acerqué de nuevo para ponérselo rodeando su cuello. Y comencé a alejarme hacia atrás tan sigilosa y rápidamente como pude. 

-David.....- la forma en la que dijo mi nombre entró en mis oídos como un susurro que penetró hasta mi corazón y no quise irme, no quería irme, la quería a ella, pero ella no era para mí, ni yo para ella. Tenía una vida con Francesco, su novio, y yo me había metido donde no me correspondía. Suspiré porque no quería estar así, ni que ella lo estuviese. No habíamos estado juntos en ningún momento, pero me sentía incómodo por lo que se llegase a pensar de nuestra amistad, una amistad que yo habría querido llevar más allá si ella hubiese podido, y quizás, querido.

Me giré de nuevo y aceleré mi pasó lo más rápido que mis pies me permitían evitando mis ganas de correr hacia ella y abrazarla tan fuerte como mi cuerpo me lo pudiese permitir.

-¡David! ¡¡Nuestro amor es diferente!- gritó ella corriendo tras mí. No iba a volver, por mucho que quisiese, no lo iba a hacer, no si quería lo mejor para ambos.

"Eres bonita cuando lloras" esa fue la frase que le dije esa primera vez que vi sus ojos tristes derramar lágrimas por todo ese dolor que tenía dentro y su respuesta me abrió los ojos y el corazón de una forma tan intensa que jamás iba a olvidar sus palabras. 

Qué bonita fue la historia de sus ojos cuando encontraron los míos.

Pretty when you cry (LANA DEL REY)Where stories live. Discover now