05 - "Puño limpio"

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—Disney, se les escapó el jorobado —comentó otro niño, carcajeando, alejándose entre risas y comentarios sobre ir a las maquinitas.

Me limité a alzar una ceja. No iba a discutir con niños de nueve y diez años, más tarde entenderían el peso de sus palabras... Además, admito que lo que dijeron fue gracioso. Parezco el jorobado de Notre Dame con la mochila llena de 'piedras'.

Cuando me acerqué a mi casa pude divisar al grupo de mi vecina en el garaje de su casa y su inigualable música estruendosa. Ah, ahora entiendo porqué dijo que ésta tarde no podía hacer el trabajo.

Al igual que la mayoría de las tardes después de la escuela, ensayaban sus gritos hechas canciones. Debía admitir que, entre más los escuchaba, más me gustaba. Y es que la voz de Kolette me llenaba de una extraña adrenalina que me hacía querer expresarme igual que ella.

Caminé más lento a propósito, mirándolos por las esquinas de mis ojos. Lo que suponía era el verso principal se repetía varias veces.

"No escondas tus ojos de mi, ábrelos y mírame ahora. ¿Me puedes ver ahora? ¿Puedes ver? ¿Me puedes ver ahora?"

Hubo un intervalo en donde la voz de Kolette se escuchó cortada, como si su micrófono fuera desconectado y conectado por milésimas de segundos. Un efecto que me sorprendió, ¿cómo logró hacer eso?

Cerré la puerta a mi espalda, haciendo que el ruido de afuera se ahogara levemente. Como de costumbre, mi casa estaba tan sola como... Una solterona amante de los gatos y entusiasta del romance. Sin ofender a nadie.

Al menos tenía a mi perro que me saludaba alegremente. Un Border Collie. Era el único ser que mostraba felicidad al volverme a ver. Aún recuerdo cuando lo encontré en la calle, encerrado en una caja de cartón mojado.

Me enamoré inmediatamente del animal. Su pelaje era una mezcla de blanco y negro, su nariz y sus ojos parecían botones de chocolate. Era el perro más adorable y leal, aunque su tamaño me causaba problemas con mi papá no me importaba.

—¿Ya comiste? —le pregunté a Prico.

Su nombre lo tomé de capricornio, mi signo zodiacal. El día que lo encontré leí una revista donde había un artículo sobre el signo capricornio y llamó mi atención porque estaba mi fecha de cumpleaños. Veintidós de diciembre.

No soy muy original con los nombres.

Para responder a mi propio pregunta me acerqué al plato de Prico y estaba vacío. Seguro mi papá no se había preocupado de servirle unas cuantas croquetas.

De repente, mi estómago también rugió de hambre. No solo él debía comer algo.

Agarré el plato de mi perro y le serví dos copas de croquetas... Pero esas bolitas marrones se miraban tan aburridas y poco apetitosas que decidí buscar en el refrigerador. Quizás había algún tipo de carne o arroz, a Prico le encanta el arroz con vegetales.

Para aumentar mi frustración y la miseria de mi vida, en el refrigerador había... Nada. ¡Absolutamente nada! Hasta era ridículo.

Una botella de agua del año ante de cristo, tres cervezas baratas, recipientes con vegetales casi en descomposición, una sopa de pollo de la semana pasada, jalea, queso amarillo y una sola rodaja de jamón que comenzaba a verse verde.

Azoté la puerta del refrigerador muy enojado. ¿Qué sucede con Toji? ¿Es tan difícil ir al supermercado y comprar alimentos? ¡No pido mucho! No pido comida costosa de alta calidad, ¡solo quiero comida decente por una vez en mi vida!

Busqué a mi papá por la planta baja, pero no lo encontré. Seguro estaría durmiendo en su habitación porque claro, nunca se preocupa por saber cómo me fue en la escuela, ni siquiera saber si estoy vivo.

Estrellas y cruzadas | Megumi FushiguroWhere stories live. Discover now