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Naima disfrutó del ligero y suave calor del sol contra su piel, las tijeras en sus manos cortaban de forma cuidadosa las espinas de un jardín que no era suyo.
Había conseguido un trabajo de tiempo completo, solo tendría que cuidar de esta mujer ciega, cumpliendo tareas tan simples como cortar las espinas de unas rosas que no parecían tener significado alguno para su mente.
La persona de quien cuidaba no era alguien extravagante o conocido, simplemente una mujer discapacitada más del montón; Merry. Era agradable en cierta forma, aún por más que estuviera ciega no dejaba de tener una personalidad distraída y ajena al peligro dentro de su visión nublada. La imprudencia de esta solía causar pequeños conflictos en Naima, no era alguien de paciencia y mucho menos con alguien tan distraída que no le daba importancia a nada más que unas tontas flores de jardín, ni siquiera ha tomado su propia vida en cuenta.
A veces, Naima se preguntaba qué estarían diciendo sus ojos debajo de sus gafas espejadas. Había visto sus ojos, por supuesto. Eran de un color azul intenso, no había un borde oscuro como tal pero seguían siendo los ojos más encantadores que nunca haya visto.
Hilarante o no -y aunque Merry no lograba verla- se les hacía curiosa la idea de que ambas eran ciertamente parecidas, físicamente hablando. Ambas tenían cabello azulado; Merry, por su lado, su cabello era más claro que el de Naima; sus ojos también eran de un azul intenso, los de Naima más que los de Merry.
Terminó de cortar las pequeñas pero dolorosas espinas, se sentó en el pasto verdoso del patio trasero, Naima observó la silueta de la mujer con aquellas gafas que ocultaban sus ojos. Estaba sentada cerca de una sombra, de la cual la de cabellos azules y oscuro no se había percatado, siguió estando allí hasta que habló :
── Aún con tu vista nublada y ello, ¿hay algún recuerdo que se mantenga a color? ── Pregunta, su voz es más suave que de costumbre, había curiosidad e intriga en sus palabras que solo chocaron entre sí para no generar un ambiente con un silencio incómodo. Escuchó un tarareo por parte de Merry.
── Tal vez mi primer hit con éxito, fue un día divertido, eso creo ──. Sus palabras fueron lentas, como si las pensara mientras hablaba. Escuchó un suspiro por parte de Naima ──. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes algún recuerdo que aprecies?
Naima pensó en que debería responder, se recostó en el pasto verdoso e iluminado por la luz del día. No hubo respuesta inmediata y lo único que contrastaba el silencio era el suave tarareo de Merry.
── Realmente, no lo sé ──. Contestó, no había un pensamiento o recuerdo que se haya desempeñado en su mente.
. . .
A pesar de su discapacidad, Merry parecía tener una manera de hacer que todos los que la rodeaban se sintieran especiales, como si pudiera ver su funcionamiento más interno sin siquiera mirarlos.
