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El silencio se escuchaba penetrante y acogedor, la carvana se desplazaba lentamente por el desierto y Mohamed, ya empezaba a cansarse. A las horas, el cansancio se percibía en el aire, los rostros cubiertos de sudor y las caras exhaustas pedían a gritos un descanso. El jefe de la expedición, ordenó parar en aquella inmensidad interminable de arena.

Los muchachos fueron los primeros en tomar las cantimploras, y los más adultos, los encargados de vaciarlas. El desierto seguía, interminable, hacía el mar, el bosque o lo que fuera.

A unas cuantas horas, aproximadamente, de su destino, los hombres pararon en el primero y último oasis del recorrido. La llegada siempre venía acompañada de abrazos y felicitaciones.

Al llegar, varias horas después de lo previsto, el convoy volvia a partir, esta vez con el destino al otro lado del desierto.

Al volver, su aldea lo recibia como un héroe, el sabía que solo era un pequeño mercader más del montón, pero en esos momentos no importaba, amaba esa sensación de ser recibido como un veterano luego de luchar una guerra.

Luego de las largas y odiosas horas de calor y angustia, venían cortas pero felices horas de regocijo con su familia.

Pero siempre, pasaba lo mismo, algunos días lindos y confortables y luego de vuelta a empezar.

El silencio se escuchaba penetrante y acogedor...

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2023 ⏰

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