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Él es jodidamente atractivo. Eso es innegable. Toda una bendición para el ojo que lo viera.
Con el cabello tan rubio que se se asemejaba a los rayos del sol, al igual que sus orbes azules que podrían hacerte flaquear tan sólo sí lo mirabas por más de un minuto, adornadas con pestañas gruesas y largas. Incluso yo caería rendido ante él sí alguien le cerrara la boca para toda la vida.
Max Emilian Verstappen, aparte de Alfa, imbécil. Con la destreza de hacerme enojar con sólo abrir la boca. Era el tipo de Alfa que se creía el rey del mundo, a diferencia de que no sólo se lo creía, prácticamente lo era.
Con Omegas a su disposición 24/7, Betas haciéndole 'favores' cada vez que lo pedía y Alfas descerebrados estando ahí como perritos falderos.
Lo que era un instituto privado ahora parecía un maldito reino desde que él había llegado, hace unos meses atrás, donde él estaba en la cima y yo, un omega haciéndose pasar por beta, era una clase de juguete con el que él se divertía cada vez que tenía tiempo.
No sólo los estudiantes estaban babeando el suelo por él, para colmo, los profesores también lo adoraban. Porque sí, Max también fue dotado con el don de no estudiar y sacar las mejores calificaciones con sólo leer el libro.
Lo contrario a mí, que estudiaba una semana antes para obtener la máxima calificación y ganarme con mucho esfuerzo el aprecio de los profesores y ahora, vino él, y me quitó del primer lugar en el ránking de los 100 mejores.
Y no, no estaba celoso. Para nada. Estaba conformándome con el segundo lugar.
Entonces, justo al día siguiente ¡Boom! Hablando y riendo con mis amigos. Los desgraciados lo incluyeron en nuestro grupo porque según Lando nos sacará de nuestra inaceptabilidad'. Traicioneros. Yo me sentía cómodo sin ser el centro de atención y ya me había acostumbrado a las burlas de los inútiles de mis compañeros.
Cada día más ese arrogante Alfa me desplazaba a segundo lugar, en calificaciones, con mis amigos e incluso en mis clases de literatura, donde era el mejor. Cada día mis ganas de querer matarlo se hacían más grandes, pero cada vez que se plantaba en frente mío para joderme la existencia mi mente se nublaba por su olor y automáticamente unas incontrolables ganas de restregarme contra él aparecían. Para mi fortuna, mi fuerza de voluntad ㅡmás bien, orgulloㅡ me mantenía fuerte frente a él aunque por dentro la tercera guerra mundial estuviese sucediendo.
Yo podía soportar todo eso. Pero, oh mierda, ¿Saben que nunca podría soportar? Dormir y bañarme justo en el mismo lugar que él. Ya tenía suficiente viendo su rostro todo los días como para incluso compartir mi lugar de tranquilidad con él.
ㅡ No debe ser tan malo.
Carola a mi lado me dijo, escuchando mi triste historia y dejándome despotricar contra Verstappen, mientras ella hacia que me estaba prestando atención comiendo una manzana.
