Así se escucha el pasado

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Agobiante en sus formas presentes, arraigado en el cráneo sin poderlo arrancar, tortuoso como la gota de agua en la cabeza de los prisioneros. Y agonizante, cuan cualquier círculo del infierno, silencioso.

Girando la cinta del cassette con poco más de una década polvosa se reproducen los momentos más felices, curiosamente, los menos lúcidos. Al tomar conciencia de los periodos de cada escena, del sentido de estas, aquél oscurísimo secreto que guardaban las batallas de cada individuo en foco, se unen las vértices del complejo "ahí y entonces". 

Lo que fuese tan simple sigue causando emoción, el párvulo se enciende e inocente recuerdo revive.  Ahora, entiendo lo mucho que se ha cambiado, lo poco que me agrada la gente y lo impresionante de mi cáscara ermitaña. Las estructuras se han roto y otras debilitado, las voces se han vuelto más roncas y cansadas, los ojos han perdido el brillo y el cabello se ha desvanecido. 

Es regularmente necesario retroceder para agradecer, para esclarecer y para comprender que nada ha durado y se ha ido de mis manos. Sin nada qué hacer, pero con mucho qué perder, sigo y emprendo el momento en busca de mi lucidez, de mi madurez y de todo aquello que me logre hacer sentir que ha valido la pena amanecer después de tantos días. 

Otro día volveré a reproducir la cinta, haré nuevas y serán sensaciones más fuertes en cuanto avancen las tardes. 


CintasWhere stories live. Discover now