36: Las Reliquias de la Muerte

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— Eso es un cuerno de erumpent, y es increíblemente peligroso. —  mi amiga me apoyo—. No sé de dónde lo habrá sacado, pero...

— Se lo compré hace dos semanas a un joven mago encantador que conocía mi interés por los exquisitos snorkacks —explicó Xenophilius, inflexible—. Es una sorpresa de Navidad para mi Luna. —Y dirigiéndose a Harry, le preguntó—. Bueno, ¿qué has venido a hacer aquí, Potter?

— Necesitamos ayuda —repuso antes de que Hermione siguiera protestando.

— Ah, conque ayuda... Hum. —Volvió a enfocar el ojo sano en la cicatriz de Harry. Daba la impresión de que estaba aterrado y fascinado a la vez—. Ya, ya. El caso es que ayudar a Harry Potter es... muy peligroso.

—¿No es usted el que divulga en el Quisquilloso que la consigna de que el primer deber de los magos es ayudar a Harry? — lo vi confundida y mas ofendida, cada minuto parecía que solo decía cosas peores.

Xenophilius miró la prensa, tapada con el mantel, que seguía traqueteando y martilleando.

— Bueno... sí, he expresado esa opinión...

— ¡Ah, ya entiendo! Lo dice para que lo hagan los demás, pero no usted —replicó Ron.

Lovegood se limitó a tragar saliva y mirarnos uno a uno. Se veía avergonzada y muy nervioso, solo porque era el padre de Luna no me atreví a inmiscuir en su mente para ver que era lo que le estaba causando tanto conflicto.

—¿Dónde está Luna? —preguntó Hermione—. Veamos qué opina ella.

El hombre tragó saliva una vez más, como si estuviera armándose de valor, se veía tan nervioso, parecía a punto de temblar. Por fin, casi como un murmuro dijo;

— Luna está en el arroyo pescando plimpys de agua dulce. Seguro... seguro que se alegrará de verlos. Voy a llamarla, y entonces... Sí, muy bien. Intentaré ayudarte.

Bajó por la escalera de caracol, y en cuanto se fue nos vimos los unos a los otros;

— ¡Maldito cobarde! —estalló Ron—. Luna tiene diez veces más agallas que él.

— Debe de estar preocupado por lo que les pasará si los mortífagos se enteran de que he estado aquí —conjeturó Harry.

— Yo estoy de acuerdo con Ron —dijo Hermione—. Es un hipócrita asqueroso. Le dice a todo el mundo que te ayude, pero él intenta escurrir el bulto. 

— Tratemos de hacer esta visita lo mas corta posible, si Luna no llega tendremos que irnos sin saludarla— dije sin mucho animo—. Y por lo que más quieras, Harry, apártate de ese cuerno.

A la vez que se apartaba de la ventana, no pude evitar tocar mi varita tratando de disipar mis nervios, me sentía ansiosa, como si en cualquier momento tendría que prepararme para saltar y escapar. La única idea que me calmaba era que en solo unos minutos podría abrazar a Luna.

— Miren esto —dijo Harry fijándose en lo que era un busto de piedra de una bruja hermosa con un estrafalario tocado, me recordaba un poco a las estatuas en Hogwarts, es mas hasta me recordaba un poco a Morgana por la expresión elegante.

—Un primor —soltó Ron—. Me sorprende que el señor Lovegood no se lo pusiera para ir a la boda.

La puerta principal se cerró y le hice señas a Ron para que se callara y un momento después Xenophilius subió de nuevo por la escalera de caracol. Llevaba puestas unas botas de goma y sostenía una bandeja con un surtido de tazas de té y una humeante tetera.

— ¡Ah, veo que han descubierto mi invento favorito! —dijo y, entregándole la bandeja a Hermione, se acercó a Harry—. Es una reproducción muy digna de la cabeza de la hermosa Rowena Ravenclaw. «¡Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres!» 

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now