Atlas besó mi cabeza con cariño mientras más lágrimas salían de mis ojos, no podía controlarme.

No podía controlar el hecho de que estaba llorando por un amor no correspondido, por un hombre que no me quería como yo lo hacía.

« Quería tanto a Atlas Bradford »

« Siempre había sido él »

— No llores más, me parte el alma verte así — Negué intentando tranquilizarme, no podía dejar de llorar, mis sentimientos ganaron la partida desde que sentí su calor, desde que aspiré su aroma.

— El abuelo me contó que fuiste muy valiente, le hablaste sobre nosotros y...

— ¿El señor Teodoro fue a tu graduación? — Pregunté una vez más calmada, Atlas asintió y antes de continuar hablando tomó mis labios con violencia, besó cada parte dolida de mí; curó mis heridas y aunque él era el causante de mi desvelo; solo él era la cura de mi dolor, la cura que me mantenía a raya.

« El calmante que anhelaba mi alma »

— Llegó después de papá y no sabes cómo me siento al saber que él no te invitó a mi graduación. Adeline por supuesto que quería que estuvieras ahí; que me vieras con esos zafiros profundos dejando en claro lo orgullosa que te sentías; necesité verte entrar al salón, necesité tener tu atención encima de mí porque en mi mundo solo existes tú, no soportaría verte con nadie más, ni siquiera con papá.

— Atlas... — Este me interrumpió.

— El abuelo me hizo ver lo mucho que me quieres, dejé de hablarte porque pensé que aunque tú sabías lo importante que Teodoro era para mí; lo engañaste con las mentiras sucias de Hernán pero no fue así, fuiste tan sincera con él — Suspiré ante sus palabras, le agradecía internamente al abuelo Teodoro por intervenir; por hacer entrar en razón a Atlas — No te merezco nena y aún así me siento el hombre más egoísta cuando se trata de compartirte con el mundo.

— Atlas, no sé qué cambió entre nosotros pero esto ya no es un simple juego; esto se salió de nuestras manos y aunque es muy estúpido admitirlo; te quiero Atlas Bradford.

— Nena...

— Te quiero a ti; no al dinero de tu padre, no a tu dinero o las acciones de la empresa de tu abuelo.

— Yo también te quiero Adeline y no sabes cuánto. — Tomé la iniciativa, me sujeté de su chaqueta y besé sus labios con ansias, con hambre.

Estaba sumamente hambrienta de probar su sabor, de recordar todas los momentos en donde me hizo sentir el fuego en la sangre.

« La adrenalina »

— Muchas felicidades doctor Atlas, logró su sueño — Admití.

— No, no aún no alcanzo todo lo que quiero; lo único que me falta para que mi felicidad sea plena...

— Atlas, solo falta un mes. Sé que sueno interesada y que piensas que me quedaré con todo el asqueroso dinero de Hernán pero...

— ¿Te tiene amenazada con la granja de tus abuelos?

— ¿Cómo lo sabes? — Pregunté asombrada, teníamos tanto tiempo sin hablar que no le había podido contar nada, Atlas no estaba enterado de las amenazas de Hernán.

— El abuelo me dijo muchas cosas que me hicieron entender tus acciones.

— Yo... Estoy muy agradecida con el señor Teodoro y...

— Él de verdad quiere que estemos juntos. — Dijo Atlas y asentí, este volvió abrazarme, sus fuertes brazos me envolvieron mientras yo aspiraba el delicioso aroma de su perfume.

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