Los recuerdos del olvido

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Disclaimer: Ni Evangelion ni sus personajes me pertenecen.

Los recuerdos del olvido

Inmóvil, dejando que el viento jugase con sus cortos cabellos, siendo envuelto también por las distintas voces que resonaban cerca de él al encontrarse en una cafetería, Shinji bajó la mirada viendo sus propias manos como si no creyese que realmente fuesen las suyas. Asimismo, su ropa, típica de un hombre adulto con un empleo de oficina, le resultaba asfixiante al sentir el nudo de la corbata en el cuello.

Sin embargo, por más absurdo que pareciese, tal inseguridad se hallaba bien fundamentada al no reconocerse Shinji a sí mismo. Si bien el sitio que lo envolvía era agradable y amistoso, Shinji, empezando a preocuparse, pronto se dio cuenta que no era capaz de recordar cómo llegó ahí en primer lugar. Una parte de él le decía que no debía asustarse, otra, a su vez, le indicaba que algo andaba mal.

Fue tal su nivel de abstracción y extrañeza al no sentirse él mismo, que Shinji; a pesar de tenerla justo frente a él, no se daba cuenta que una mujer con lentes le miraba fijamente mientras le sonreía. Dicha mujer, dándole otro sorbo al café con crema que degustaba, contenía sus ansias por reírse al parecerle muy divertida la actitud ensimismada y confundida de Shinji, pero, sin más, ella decidió hacerse notar.

– Supongo que ya olvidaste lo que acabo de decirte, pero no hay problema, te explicaré todo de nuevo.

Shinji, reaccionando sin tardanza a las palabras de su acompañante, levantó la cabeza topándose con la expresión divertida de Mari, la cual, bebiendo un poco más de su bebida caliente, reacomodó sus gafas sin dejar de mirarlo. Shinji, todavía sin decir nada, entrecerró los ojos esforzándose por evocar el nombre de ella; no obstante, al no conseguir recordarlo, Mari se inclinó hacia él para decírselo.

– Soy Mari, mi nombre es Mari.

– ¿Mari? –Sintiendo que ya la conocía de alguna parte, Shinji, señalándola con un dedo, le habló con voz dudosa.

– Correcto, ese es mi nombre. No te preocupes si vuelves a olvidarlo, de todas maneras, yo también olvidaré quién soy en unos cuantos minutos.

– No entiendo nada; no sé cómo llegué aquí.

– Anda, bebe un poco de tu café antes que se enfríe, eso te hará sentir mejor y te ayudará a recordar–Mari, con un ademán, le señaló la taza de café que reposaba en la mesa que compartían justo delante de él–no tienes nada de qué preocuparte; al contrario, al fin eres libre de vivir tu vida en paz, cachorro.

Mientras saboreaba la cafeína que inundó su boca, Shinji, al escuchar a Mari llamarlo de esa manera, percibió como si en su cabeza se abriese una puerta que, escasos segundos antes, le impedía tener acceso a una serie de recuerdos que explicaban cómo fue que llegó hasta esa cafetería. Igualmente, al verse a sí mismo de nuevo, tales remembranzas le ayudarán a comprender quién fue y quién era ahora.

Gracias por decirme que yo te gustaba, tú también me gustabas a mí.

Al escucharse a sí mismo, o al menos, a una versión más joven y distinta de sí mismo en una realidad pasada, Shinji juraría que alcanzó a oír, en su mente, el sonido de las olas rompiendo contra la costa. Tal ruido, le dio forma a la imagen mental de una playa infinita con arenas blancas, donde, mirándolo fijamente, Shinji vio a una chica vestida de rojo, cuyo atuendo y cabellos, eran igual de carmesíes.

Aquella chica, siendo la mujer más hermosa que Shinji haya visto alguna vez, no tardó en voltearse dándole la espalda al avergonzarse por sus palabras. Shinji, mirando aquella escena como un espectador que contemplaba una película, no pudo hacer nada por evitar que aquella señorita con ropas rojizas desapareciera en un parpadeo. Aún así, decidido a recordar su nombre, Shinji pensó hasta encontrarlo.

Los recuerdos del olvidoWhere stories live. Discover now