—¿Qué haces aquí, Abril? Debiste quedarte con Javi.

—Voy a acompañarte —hubo decisión en sus palabras, decisión que reconocí en medio de mi confusión por lo que sucedía.

—No puedes, no voy a hacerle una visita social a mi papá, prefiero ahorrarte un mal momento.

—Christian, quiero ir contigo. No gires —dijo, al darse cuanta de la luz que se activó en el tablero—, déjame acompañarte.

Estaba listo para girar, mis brazos incluso se encontraban en la posición para hacerlo, sin embargo, tras un momento de silencio cambié de opinión. Abril soltó un largo suspiro mientras se recostaba sobre el asiento, haciéndome aún más consciente de que estaba a mi lado, en un momento en donde lo único que quería era estar solo.

—No es un buen momento.

—Lo entiendo, solo quiero acompañarte.

Era la peor de las ideas, era consciente de ello, aun así, continué adelante. La autopista se encontraba despejada, aceleré una vez más retomando la velocidad, concentrado en solo avanzar en medio del ruido en mi cabeza que se hacía cada vez más fuerte. Tuve que recorrer varios kilómetros para que este cesara, no fue de la nada, el repentino e intenso olor a miel y canela del que me vi rodeado fue el culpable. Por instinto aparté la vista por un breve momento del frente para ver a Aby y entonces entendí de donde provenía. Abril se pasaba los dedos por el pelo para desenredarlo, inundando todo el interior con el aroma del champú hecho especialmente para ella.

—¿Javi te pidió que me acompañaras?

Abril no esperó que le hablara, me quedó claro por su reacción. Fue un breve sobresalto antes de ladear el rostro para verme. En ese instante tuve la necesidad de verme en el espejo, estaba seguro que mi cara no escondía lo jodido que me encontraba por dentro.

—Sí, pero no estoy aquí por eso. Habría querido hacerlo, aunque él no me lo pidiera.

—¿Por qué?

Las luces de los carros que se movían en sentido contrario iluminaron brevemente su cara, me permití verla por un segundo, porque de alguna forma, hacerlo me ayudaba a relajarme. Fue un lapso cortó en el que pude percatarme de la expresión de tranquilidad que había en su rostro, pese a la tensión que se percibía.

—Porque no quería dejarte solo.

Me tomé un momento para procesar su respuesta, no había esperado escucharla, no tenía idea de como reaccionar, menos de como sentirme al respecto. Así que, solo conduje divagando en mis pensamientos que se dividían entre el desastre que provocaba mi papá, y el desastre que estaba haciendo Abril en mis planes.

—No juegues con tu pelo, me distraes y terminaré estrellándome.

Murmuró una disculpas mientras buscaba algo dentro de su bolso, minutos después por el rabillo del ojo la observé trenzarlo, movimientos lentos y femeninos que me distrajeron aún más, pero de los que no me quejé porque me di cuenta de que me estaban ayudando a relajarme. Deseé que aquel efecto perdurara para que pudiera llegar con la cabeza fría a mi destino, aún teníamos mucho camino por delante, me creí capaz de poder lograrlo.

—¿Puedo poner algo de música?

Necesitaba silencio para ordenar mis ideas, sin embargo, me sentí incapaz de decirle que no, ella debió notar mi resistencia, porque aunque encendió el estéreo, reguló el volumen para que el ruido fuese menos molesto. No me perdí ninguno de sus movimientos, pese a estar concentrado en el camino. Encontré la más pequeña oportunidad para ver como buscaba en su teléfono una lista de reproducción y la manera en la que se relajó sobre el asiento cuando comenzó a sonar.

Fuimos momentosWhere stories live. Discover now