Las madres y sus sermones mágicos. Pero, ¿qué sería de mí sin ella? ¿cuándo fue que la distancie tanto de mi vida y por qué tomé esa decisión tan errada? 

—Quiero que seas feliz, hija—me da suaves golpes en la espalda.

Me acomodo en su hombro.

—Todos, mamá.

—Todos los que te queremos—me aprieta más—. Los que de verdad importamos.

Se aleja, retrocediendo varios pasos hasta llegar a la puerta y sale, porque sabe que necesito un momento más para mí. 

Me contemplo unos segundos más en el espejo. 

"Te ves bien, soqueta", escucho aplausos orgullosos por parte de mi subconsciente. Y tiene razón. Me veo bien, saludable, llena de una energía muy positiva. Maldita sea, hasta mi 'yo' interno oscuro está siendo positivo. 

¿Y este nuevo 'yo' qué? ¿Cuándo fue que cambié tanto? ¿Dónde quedó la Emma de cabello divertido que guardaba una servilleta con un 'te amo' escrito por su ex-novio porque ansiaba volver con él?

"Ya lo superamos, linda", consuela mi corazón. "Es obvio que mereces algo mejor", complementa mi raciocinio. 

Ah... mis tres álter ego se ponen de acuerdo. Hasta ellas han madurado. Pero qué equipo tan unido nosotras. 

¡Ping! ¡Ping! ¡Ping! ¡Ping!, mi teléfono móvil va a estallar de tantas vibraciones. Lo tomo de la cama y leo la carta de amor de Isabella:


Isabella: ¡ESPERO QUE NO VAYAS CON ESE DEDO A TU CITA!

Isabella: Pero te queda espectacular el vestido <3

Isabella: ¿Te peinaste?

Isabella: EMMA BENNETT, PÉINATE ESE ESPANTAPÁJAROS

Isabella: Emma.

Isabella: Emma. Emma. Emma.

Isabella: ¡¡¡EMMA!!!

Isabella: Le enviaré la foto del dedo a Matt. 

Isabella: TE JURO QUE SE LA ENVÍO SI NO ME CONTESTAS.


Intensidad nivel: Te exploto el celular en notificaciones si no me contestas. Suspiro. Porque suspirar es lo único que puedo hacer cuando se trata de Isabella. Y también le envío una respuesta:


Emma: Sí me peiné. 

Isabella: Oh, qué bien :D <3 <3 <3


Entonces guardo el móvil en la cartera porque por lo que queda de hoy, quiero desconectarme de sus ocurrencias. 

Saco un abrigo que está en la maleta para llevarlo conmigo y finalmente salgo de la habitación.

Justo cuando voy llegando hasta las escaleras para descenderlas, escucho algunas voces que conversan entre ellas. 

 —Es nuestro más grande tesoro, no queremos verla sufrir de nuevo—es la voz gruesa de mi papá. 

¡Pero si ellos no me vieron! 

Cállate, Emma y escucha.

—Robert...—resuena la voz de Matt—. ¿Me cree si le digo que Emma es mi más grande tesoro también? Sería incapaz de hacer algo que la lastime. 

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora