¡Dios mío! ¡Qué intensidad!

Activo la cámara del móvil y lo enfoco hacia el espejo, que refleja mi imagen. Entonces, justo antes de presionar el botón para capturar la foto, muestro el dedo del medio de mi mano, que es una grosería y que sé que fastidiará a Isabella. 

Envío la foto y río en mi interior. 

Mi móvil empieza a vibrar como loco, pero no le presto atención. Lo tiro sobre la cama y en ese momento, la puerta de mi habitación se abre develando el rostro feliz de mi mamá. 

Suelta un gemido de emoción al verme. 

—¡Qué hermosa es mi hija!—cierra la puerta—. Querida, ¿tú elegiste tan precioso vestido? ¡El color te queda muy bien!

No juegues. ¿Cómo hacen para crucificarme de esta manera?

Finjo una sonrisa. 

—Gracias, mamá—me limito a decir. 

—Ven acá—toma mi mano para acercarme a ella. Pasa sus dedos repetidas veces por mi cabello para peinarlo.

Sale de la habitación y regresa enseguida con un estuche de maquillaje. Ella sí disfruta tapar sus poros del rostro con esa maldad en polvo creada por el ser humano.

Toma una de las brochas y empieza a maquillar todo mi rostro.

—Qué hermosa, talentosa e inteligente es mi hija—repite, añadiéndole más adjetivos al cumplido—. Mírate, Emma, estás tan enamorada. 

Eh, eh... alto ahí. 

—No estoy enamorada—protesto. 

—Sí lo estás—discute—. Te conozco, hija mía, y lo estás. Nunca, desde que naciste, había visto tus ojos brillar así, ni cuando le ganabas a tu padre en ping-pong. 

Trago saliva. Pasa el rímel por mis pestañas. 

—Y está bien que lo estés—prosigue—, porque tienes un novio maravilloso que te valora por lo que eres y te trata como te lo mereces. 

Bueno... aquí voy, a arruinar todos sus sueños y esperanzas. 

—No es mi novio—escupo las palabras. 

Sonríe fervientemente conectando sus ojos con los míos.

—Pero podría serlo, si se lo permitieras. 

Un momento, ¿ella lo sabe? ¿Cómo? 

"Necesito aliados", recuerdo las palabras de Matt que responden mi pregunta. Es increíble cómo cada cosa que dice tiene un significado oculto, pero a la vez visible, si sabes interpretarlo. 

Apuesto que desde que consiguió el usuario de Skype de ella, se la han pasado hablando a mis espaldas. Es la única razón que encuentro para que le esté atinando en todo últimamente. Eso y que me analiza.

—Y se ven tan bien juntos, querida. 

Claro, eso no podía faltar. 

Termina de maquillar mis párpados, pone todos los instrumentos en la maleta y la cierra. 

—No hay por qué temer, Emma—acaricia mi rostro con la palma de su mano—. Él no te va a romper el corazón como el tal Olivio. 

—Oliver. 

—Eso—me abraza—. Y ahora querida, cambia ese rostro tuyo amargado a una gran sonrisa, Matt tiene algo muy especial preparado para ti. Trátalo bien hoy. 

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora