16. Extraños comportamientos

Comenzar desde el principio
                                    

—¡Alexander! —Un joven alto con el cabello de un chocolate oscuro se dio paso frente a nosotros—. ¿Cómo estás?

—Matthew ¡Qué sorpresa! —dijo este muy poco animado.

Este pasó de su amigo con una sonrisa hacía mi, mirándome de cierta forma interesada. Su examen visual me hizo vibrar, haciéndome tomar entonces más fuerte del brazo a quien consideraba que podía protegerme si algo malo sucedía.

El recién llamado pasó sus ojos a los de Alexander y sonrío travieso.

—¿Ella es Nicole, cierto? ¿De la que tanto hablas?

Mi ceja no pude evitar levantarse. ¿Alexander estaba hablando de mí? Puse mi mirada hacia quien mostraba un rostro de muy pocos amigos, dejando claro sus ansias para asesinarle a quien reía. Me ruboricé casi de inmediato. Sí hablaba de mí.

—Relájate, cariño. —Le palmó la espalda en señal de broma—. Te invito una copa.

—Al menos eres decente.

—¿Tu mejor amigo piensa en ti, o no?

—Que sea doble...

—Sí, tú déjamelo a mí. —Rió, mirando entonces por detrás mía—. Rossette, hazle compañía, venimos en un momento.

Bajé la cabeza cuando Matthew y Alexander partieron de mi lado. Sintiendo como Rossette llegaba entonces, tan obediente como siempre. Abrazándome y sonriéndome al terminar de saludarme.

—Que linda te ves hoy, Nicole. Me gusta tu vestido.

Sonreí. Ella no se veía nada mal tampoco. Su vestidito corto y de color negro acentuaba su pequeña cintura. Si bien parecía de porcelana con aquella melena oscura como la noche, sus ojos ambar la hacían ver más adorable. Era en sí un look medio gótico. Raro que Matthew tuviera esos gustos, pero era decente, formal y divertido al mismo tiempo.

—También te vez linda el día de hoy. —Regresé el cumplido, mientras le regalaba una sonrisa de mi parte.

—¿Así que ésta es tu primera fiesta, eh?

—Sí, pero... —Contesté—. ¿Sabes acaso del secreto que todos me esconden?

—Sí, lo sé, pero no puedo contarte.

Volví a bufear en mi mente. ¿¡Pero qué rayos traía Alexander!? ¿Quería matarme de la curiosidad? Mordí mis labios en señal de derrota. Si Rossette no me decía, creo que nadie más lo haría.

—Nicole. —Me interrumpió quien parecía divertida y feliz—. ¿Mañana nos enseñaras las marcas, verdad? Todos están tan ansiosos.

Sonreí con la aflicción en mi boca.

—Claro, mañana será.

—¿¡En serio!? ¡Oh Dios! Ya quiero que pase la noche. Soy tan impaciente.

Le miré con una media sonrisa, antes de voltear hacia donde quiera que fuera para abrir mis ojos como platos y pensar una y mil veces que seguramente me iría al infierno por mentirle a tan inocente criatura.

—Por cierto, Nicole...

Me giré para verla de nuevo.

—¿Qué paso?

—Estaba pensando... como tu dueño y el mío son los mejores amigos, ¿no crees que deberíamos de ser las mejores amigas también?

Que sencillas eran sus palabras. Era tan pura, tan descuidada. Sonreí como quien no quería. Aceptándolo a pesar de que la imagen de Ana pegaba de lleno en mi pecho. Era tan doloroso fingir una súper amistad cuando la mía me esperaba en mi hogar. ¿Qué habría sido de ella? La había dejado sin despedirme.

Colores oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora