Day 1: First Date.

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Kujo Jotaro había enfrentado una serie de inusuales y peligrosos acontecimientos en los que su vida y la de las personas importantes para él estuvieron en peligro. A sus 17 años ya había vivido experiencias desafiantes y nunca se acobardó ante ninguna de ellas ni dudó en enfrentarlas.

Sin embargo, ninguna de esas experiencias se podía comparar a la que se enfrentaría ese frio 14 de febrero.

El joven que normalmente portaba su uniforme escolar de color negro con algunas modificaciones, ese día vestía ropa casual. Llevaba unos pantalones de color negro y un abrigo del mismo color, además de su infaltable gorra en la cabeza. Su alta figura reposaba firmemente erguida al pie de las escaleras cercanas a un santuario y su gran tamaño así como el contraste de color entre sus ropas y el paraje blanco, hacía que llamara la atención de las personas que pasaban por el lugar.

Los curiosos se preguntaban qué hacía un chico con una presencia tan imponente como esa en aquel lugar permaneciendo tan quieto. Las más interesadas eran las chicas que acompañaban a sus hermanos menores a jugar en la nieve o que caminaban en compañía de sus amigas. Ellas más que nadie querían saber qué se encontraba haciendo un chico tan apuesto en un lugar así y recibieron respuesta cuando otro chico apareció y fue directo hacia él.

— Jotaro, buenos días, disculpa la demora —.

Los ojos de Kujo Jotaro, quien hasta el momento se mantenía ignorando las miradas curiosas, se posaron sobre el muchacho pelirrojo que le saludaba con una ligera sonrisa. Le miró de arriba a abajo, aprovechando la oportunidad que tenía de verle con ropa casual.

Kakyoin Noriaki, un educado y tranquilo joven de rojos cabellos que también solía vestir con el uniforme escolar, para ese día había elegido un guardarropa distinto, pero respetando sus colores habituales, pues portaba un abrigo de color verde que le hacía resaltar aún más de lo que su cabello lograba por si solo.

— ¿Esperaste durante mucho tiempo? — Cuestionó Kakyoin, también ajeno a las miradas que atraían.

— No — Fue la corta y concisa respuesta de Kujo, quien después de mirarle desvió la cabeza, ocultando un poco su rostro con su gorra.

Aquella actitud podría tomarse como irrespetuosa o como una clara señal de falta de interés, pero Kakyoin no la tomó como nada parecido. Su sonrisa se amplió un poco, delatando lo ansioso que se sentía.

— ¿Nos vamos? — Preguntó acercándose un poco más.

La respuesta de Kujo fue un asentimiento de cabeza al tiempo que comenzaba a caminar. El pelirrojo le siguió al instante sin emitir alguna otra palabra.

Pronto ambos se alejaron del lugar siendo seguidos por las mismas miradas de antes, ahora más curiosas. Ninguna de aquellas chicas podría imaginarse que justo ahora, esos chicos iban a una cita.

El 14 de febrero, dos semanas después de volver a Japón de su travesía a Egipto, fue la fecha que Kujo Jotaro y Kakyoin Noriaki eligieron para tener su primera cita.

Después de la muerte de Dio el 16 de enero, todos los involucrados en el combate tuvieron que tomarse un periodo de descanso para sanar sus heridas y ser tratados por personal médico de la Fundación Speedwagon y no fue hasta dos semanas después que finalmente todos estuvieron en condiciones para volver a sus respectivos hogares.

Fue tras despedirse de sus compañeros en el aeropuerto de El Cairo, que Jotaro confesó sus sentimientos a Kakyoin y este los aceptó, sin embargo debido a todos los asuntos que quedaban por resolver al volver a Japón, no pudieron hablar mucho sobre ello. Los jóvenes volvieron a Japón acompañados de Joseph Joestar, quien se encargó de crear una historia y una coartada para la familia de Kakyoin, lo suficientemente convincente para justificar su desaparición.

JotaKak Week 2023Where stories live. Discover now