Un solo examen.

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–No me interesa, muñequita.– con mi mochila en mano salí del salón de clases.

¿Y ahora qué?

No puedo estar en una aula con ella.

Lo pensé dos segundos antes de volver a entrar.

–Bienvenido señor Nicolás, ¿Ya podemos comenzar la clase o aún se tomará un tiempo para respirar afuera?– qué irritante es esta mujer.

–No se detenga por mí, señorita.– comencé a caminar al asiento que tenía antes.

–Señor Anderson, tome asiento enfrente.– volteé a ver a Mía quién me apuntaba a uno de los asientos que estaban en la primera fila justo frente a ella.

–Prefiero sentarme atrás.– mencioné.

–Lo siento, señor Anderson, pero aquí quién tiene la última palabra y la instructora soy yo, así que hágame el favor de tomar asiento para poder dar inicio a la clase o desea quedarse todo el día de pie. A ya de seguro usted quiere dar la clase.– todos los que estaban alrededor se me quedaron viendo como esperando a que pasara y tomara asiento, dejé de caminar y fui a sentarme justo donde ella había dicho.

–Hola, de nuevo mi nombre es mía Williams, como ya les mencioné, yo seré su instructora, lamento las molestias de hace un momento que pudimos haber tenido con mi compañera. –

–Buenas noches, señorita Williams.– cantaron todos los que estaban a mi alrededor como si fueran un coro, qué ridículo.

–Esta noche nos enfocaremos en conocernos mejor, en especial, me gustaría saber si alguno de ustedes tiene conocimientos básicos, para saber por dónde pondremos en marcha nuestra enseñanza, así que les voy a pedir a cada uno de ustedes que se presente y que me digan hasta qué grado de estudios tienen, puede ser nivel básico o nivel superior no hay problema, para poder saber cómo turnarme con ustedes y entablar una muy buena enseñanza. –

Llevó la punta de su bolígrafo a la boca y le dio un ligero mordisco, volvió a verme y  sonrió.

Desvíe la mirada, ya que verla sonreír realmente me molesta.

Uno tras otro comenzaron a presentarse diciendo que tanto habían estudiado Y dónde lo hicieron hasta que llegó mi turno.

–Nicolás Anderson, sin estudios.– Mía se me quedó viendo.

–¿Ninguno?– preguntó.

–¿Te molesta que tu novio no tenga estudios?– le pregunté y negó con la cabeza.

–No, no me molesta para nada, por favor el que sigue– ella apuntó al señor detrás de mí y fue a sentarse en su asiento.

Parecía atenta a lo que todos decían, mientras mordía ligeramente ese maldito bolígrafo, sus piernas estaban cruzadas haciendo que sus muslos resaltaran aún más.

Decidí sacar mi teléfono y dejar de ver cosas que no debería.

Las clases comenzaron, ninguno tenía estudios más avanzados a la primaria.

Cosas básicas, unas divisiones, lectura y escritura, enseñaba cosas que ya sé, pero aun así no pude evitar perder mi mirada de la mujer que escribía en el pizarrón y explicaba todo alujo de detalles, cada duda, cada levantada de manos eran resueltas por ella sin duda es una muy buena instructora.

–La clase ha terminado, pueden retirarse y que tengan una excelente noche– mencionó. –Todos pueden retirarse con la excepción de usted señor Anderson.–

Me quedé en silencio solo viendo cuando todo se retiraban de la clase, se despedían de ella con un saludo de cabeza.

–¿Que quieres peque?– le pregunté mientras me acercaba a ella.

–No sabía que no tenías estudios–.

–Creo que no nos conocemos lo suficiente muñeca, como para que sepas todo de mí– ella sonrió entre dientes y volteo a ver sus cosas sobre el escritorio.

–El director se comunicó conmigo, me enteré de que Demian abogó por ti, el director dijo que eres una persona muy inteligente y que te realicen un examen para aprobar, primaria, secundaria y preparatoria, luego de eso podrás tomar clases normales en la universidad en el turno que mejor se te acomode.–

–¿Un solo examen?- pregunté.

–Sí, pero el director quiere que le dé un informe de si serás capaz de resolver el examen o si no para no aplicarlo, estás son las hojas para el examen, es una guía, tienes dos semanas para repasar y presentar el examen, el director me pidió que fuera tu tutora y resolviera todas tus dudas, ¿Podemos vernos para estudiar si quieres?–

Ella estiró las guías hacia mí y me le quedé viendo, no tanto a las guías sino a ella. Se ve tan…

–Puedo estudiar solo– mencioné mientras recibía las guías.

–Nick, una cosa más, ¿Podrías por favor ayudarme con eso de ser mi novio falso?, Se que no debí haberlo dicho, pero no lo pude evitar, Denisse es mi archienemiga, me…– no la deje terminar cuando interrumpí sus palabras.

–Esa zorra te bajó el novio, según entendí, pero tú no te dejas, no veo el porqué fingir que estamos en una relación cuando ni te soporto.– la dejé parada en el mismo lugar.

–Haré lo que sea– mencionó.

–Peque, no tienes absolutamente nada que quiera–.

Abandone el salón, cuando al fin salí por la puerta voltee a ver hacia adentro y ella trataba de acomodar su cabello.

Decidí irme sin volver a voltear.

Pare un taxi y me fui a mi casa.

La vecina estaba en su porche viendo el cielo.

–Vecino, lo estaba esperando, mire aquí está su comida de hoy– ella se puso en pie con una bandeja en las manos y aun lado de ella había una enorme caja de cartón, mi vista se perdió en esa caja.

–Son utensilios de cocina que ya no uso, espero y puedan servirle, prepare pasta con albóndigas y también algo de tomar, por favor recíbalo.

–No, gracias– caminé a mi departamento, saque la llave y abrí la puerta.

No me interesa hacer amistades ni mucho menos levantar lástima de los demás.

Deje a la vecina en su porche y me fui a dar un baño.

No dejaban de pasar por mi cabeza las imágenes de Mía mordiendo ese maldito bolígrafo de mierda que traía entre sus dedos, esos labios carnosos y rojos que…

Pase mis manos por mi cabello y trate de relajarme, pero ella y sus piernas…

Maldita sea.

Apagué el agua caliente y terminé de bañarme con agua fría.

Estoy molesto, y estresado.

Salí del baño y comencé a leer las guías hasta que el timbre comenzó a sonar.

Tarde unos segundos en ponerme en pie cuando caminé a la puerta.

La abrí y una pequeña niña estaba en pie en mi puerta con una charola en las manos.

–Señor vecino, dice mi mamita que no me vaya hasta que usted reciba la comida, que por qué se ve muy flaco y hambriento, fue mi idea la pasta con albóndigas, ha y mami dice que también reciba esa caja.

Me flexioné para quedar a la altura de la pequeña.

Pase mi mano por su cabello y la despeine.

–Dile a tu mamá que gracias– ella sonrió y salió corriendo, dejando la charola en mis manos.

–Mami, el señor vecino, dijo que gracias. –La vecina sonrió y cargó a la pequeña entre sus brazos.

–Te dije que al vecino le gusta la pasta– la señora sonrió, le dio un beso en la frente y entraron a su casa.

“Mamá”

Aprendiendo a amar. Where stories live. Discover now