Capitulo 1

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"María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos, gran Señora. Oh, Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, líbranosdel fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu Divina Misericordia..."

En la casa de la señora Telito, tía hermana de la abuelita de Aziraphel, se escuchaba el rosario de las cinco de la tarde de los jueves.

La sala de la casa tenía un color verde menta en las paredes junto a un montón de cuadros de Cristo, santos, fotos de sus nietas en sus quince años, de la boda de Telito y demás eventos importantes. Jarrones llenos de flores de plástico de mal gusto adornaban cada esquina de la habitación y debajo de ellos manteles bordados, los cuales eran ya de un color percudido de lo viejo que estaban.

La casa olía a madera vieja con algo de incienso de copal. Lo cual era una experiencia que casi cualquier latino podría compartir.

Aziraphel estaba sentado en una mecedora de madera -la cual crujía cada que se balanceaba-, en una clase de círculo junto a varias viejitas más quienes eran vecinas; Telito, la dueña de la casa; Socorro, la tía de Aziraphel que era unos 20 años mayor que él; Martha; Gloria; Lupita y Lucero.

Socorro había metido a su sobrino a los rosarios ya que, en sus propias palabras, necesitaba a un hombre que la cuidara de todas las señoritas del grupo, aunque era en realidad una forma de buscarle pareja a su sobrino.

Aziraphel se encontraba dirigiendo el rosario, su voz y cuerpo estaba en esa sala, pero su mente estaba inmersa en su imaginación, fantaseando con el sexy Cristo que estaba en la sala de Telito ¿por qué demonios ese Cristo tenía una sonrisa y una mirada tan gentil y seductora al mismo tiempo? Ese campo de flores dónde estaba recostado sumado a la poca ropa que el Cristo tenía era algo bastante provocativo para ser un cuadro que tenía una señora de 82 años.

Cómo sea, Aziraphel no podía distraerse tanto, tenía que estar presente en el rosario para no decir algo incorrecto y que las señoras lo regañaran por ello.

-Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén -término Aziraphel el rosario diciendo con una voz tranquila, al mismo tiempo que colocaba su rosario alrededor de su cuello.

Las señoras dijeron al mismo tiempo "amén" y se miraron unas a otras sin levantarse de sus asientos.

-¡Ay comadres! Aún no se vayan por qué mi hija Belem hizo una gelatina de mosaico a la hora de la comida y me sobró bastante -dijo Telito levantándose lentamente de su silla-, les daré un pedacito para que se lleven, por qué ¿y luego? ¿Qué hago con tanto? Se me va a echar a perder. Y con eso que mis nietos ya no vienen, ¿quién se lo come?

-La entiendo comadre, así está mi hija Lily, ya nunca viene a la casa y ya mis nietos no me vienen a ver, disque tienen mucho trabajo -comentó la vecina Gloria.

-Pero para eso nos tiene comadre, para lo que se le ofrezca -dijo la tía de Aziraphel, Socorro.

La señora Lucero, que tenía la misma edad que Aziraphel, se levantó de su asiento y fue junto a Telito diciendo:

-¡Ay Telito! Déjeme yo le ayudo, usted nada más dígame dónde.

Así fue como Telito y Lucero desaparecieron de la sala. Dejando a solas a Aziraphel con las demás señoras.

-¿Qué tal Lucero? -soltó Socorro sin previo aviso.

Las demás señoras miraron fijamente a Aziraphel, buscando una respuesta por su expresión. El hombre se dio cuenta de las miradas y se puso un poco nervioso, a pesar de ya pasar varias semanas en ese grupo orador aún no se acostumbraba a la dinámica parlanchina y picuda de las señoras.

Yo Lo Conocí En Un TaxiWhere stories live. Discover now