Hay polenta con fileto, porque la carne está cara. Mientras comen, Kun recibe algunos codazos. Ya apenas entran en la mesa.




Un rato más tarde enganchan el Galaxy al 147 y arrancan para la mecánica. 

El viento de verano sopla y levanta nubes de polvo en la calle de tierra. Las casas a los costados, la mayoría, están sin revocar, con los ladrillos expuestos como en carne viva. Pero deben tener buenos parlantes, porque las cumbias resuenan a treinta kilómetros a la redonda.


MECÁNICA GENERAL

Dice el cartel, negro con letras amarillas. Está pintado de naranja y gris; es chico y como mucho entrarán dos autos. Pero está limpio, prolijo y tiene una subida de hormigón bien construida. Parece como si el dueño hubiera hecho balanza entre practicidad y elegancia.

Así que el gordo ese que se le ve la raya mientras intenta sacar una rueda atascada no debe ser el dueño. Tampoco el flacucho que está metido abajo del Volkswagen palpando el piso en un intento de dar con una herramienta.

Leonel recorre el lugar con la mirada, asintiendo o alzando las cejas. Entonces, de entre las sombras del taller, sale un chico limpiándose las manos con un trapo lleno de manchas de aceite. Los músculos de sus brazos, descubiertos en una remera sin mangas, brillan al sol cuando sale a la luz. Se acerca a ellos con una actitud segura que lo hace parecer más grande; pero no debe ser mucho mayor que el Kun.

—Hola, buen día. ¿Cómo les ayudo?

Leonel se adelanta.

—Buen día, ¿cómo va? Mirá —señala al Galaxy—. Te traigo a ése... Tiene una bujía partida, ¿viste? En la rosca.

Los ojos del mecánico se posan en el Kun un instante y contiene una sonrisa (¿tanto se le nota la cara de pelotudo?). Se le revuelve el estómago de vergüenza. Después pregunta si pueden ir a ver, y van los tres a abrir el capó para ver la cuestión.

Revisan el cacho de bujía que sigue en la rosca, a ver si se puede sacar fácil. Si no, cuánto va a costar y si van a tomar el trabajo o no. Que si sólo se la saca o hace una limpieza del motor también, que si no probaban sacarla ellos...

El Kun, mientras tanto, está con la cadera apoyada en el capó y la nariz asomada hacia adentro. Escucha lo que dicen, pero sus ojos se desvían a menudo, por largos momentos, hacia el mecánico. Hay algo en sus gestos, en su voz, en su rostro, que le llama la atención. Sus brazos son bastante fornidos, observa. ¿Hará pesas o es por el trabajo? Porque algunas piezas mecánicas por ahí son pesadas y entonces...

—Permiso.

—¿Eh?

Kun parpadea, volviendo a la realidad. La cara del tipo está a quince centímetros de la suya. Siente su mirada sobre él y entonces el corazón le salta en el pecho; el estómago se le contrae.

—Si te corrés —dice el chico.

—Ah, sí, perdón.

Se hace a un lado y el mecánico cierra el capó.

Le agarra un ataque de vergüenza, los cachetes le arden. ¿Fue la cara del tipo? Lo miraba muy fijo. ¿Estaba muy cerca? Che, no era para tanto. ¿O sí? Pero lo intimidó un poco: sus ojos se oscurecen mucho cuando baja las cejas. 

Como es un distraído no se da cuenta. Pero su viejo está observándolo con creciente confusión. 

—Bueno, déjenmelo y veo si la saco —dice entonces el mecánico. 

—Dale. ¿Para cuándo lo tendrás? 

—Calculo que en unos días, porque tenemos otros laburos en este momento. Pero venga cualquier día la semana que viene que se lo tengo hecho —dice con un asentimiento.

—¡Listo! Perfecto, entonces.

Se estrechan la mano fuerte. Todo muy varonil. Después el mecánico le extiende la mano a él, que se la estrecha sin mirarlo a los ojos. 

—Bueno, nos vemos la semana que viene —dice Leonel.

—Hasta luego. Tenga buen día, ¿eh?

—Igualmente.

No mucho después desenganchan el Galaxy, se meten en el 147 y se van.

Leonel prende la radio y la conversación sobra.

¿Qué fue eso? Piensa. Es raro porque Kun es un cararrota. Por ahí, como el pibe de la mecánica se dio cuenta de "quién" se mandó la cagada, le dio vergüenza (por una vez en su vida). Se habrá sentido un boludo.

Aunque bueno, un poco boludo es. Él, como padre, tiene que saberlo, tenerlo en cuenta y aceptarlo.

Se alejan por la calle de tierra, llena de baches, mientras por la radio empieza a sonar la canción de Los Auténticos Decadentes, "Corazón":

"Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos..."











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GLOSARIO

Bujía: Dispositivo donde se produce la chispa eléctrica que inflama la mezcla explosiva comprimida. (Dentro de un motor de combustión).



Ford Galaxy

 Ford Galaxy

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Fiat 147


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𝐄𝐋 𝐎𝐑𝐆𝐔𝐋𝐋𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐕𝐈𝐄𝐉𝐎Where stories live. Discover now