–Claro. – baje de la roca y caminé detrás de él.

Se acercó a decirle algo a Rachel y después la besó en los labios.

–¿Quieres que te lleve?– me preguntó Simón.

–Solo déjame en la ciudad.– caminamos a su auto, él no habla mucho, ya que se la pasó hablando por teléfono con Strella, o peleando, no entiendo nada de estos hermanos, Damián enamorado de su hermana, y Simón en una relación tóxica, pero a la vez se ve que ambos se aman y se apoyan.

Mi vista se perdió en el camino, después de eso él me dejó en una área cercana a la civilización.

Lo mejor de la libertad es que puedo ir a dónde quiera.

Comencé a adentrarme en las calles hasta llegar a una plaza cercana, dónde me quedé sentado viendo a la gente pasar, algunos apresurados, otros corriendo y otros agarrados de la mano de sus parejas.

La multitud comenzó a apilarse en una esquina de la plaza donde un hombre tocaba una guitarra y cantaba, muchos se le quedaban viendo mientras otros cantaban al son del hombre.

Fui jalado por la multitud, y mientras lo escuchaba cantar solo pasaba por mi cabeza cuando vi a Mía cantar y tocar el piano, la forma en que me miraba cuando su boca se abría y se cerraba, incluso creí que esa canción era para mí.

Qué estupidez.

Cuando me di media vuelta para irme, choque contra ella…

–Disculpe, señor.– pasó aún lado de mí, me giré para ver a dónde se dirigía y ella caminó al hombre que cantaba, dejándole unos billetes.

Volteó a verme y solo continuó caminando.

Ahora solo somos dos desconocidos.

Continué mi camino y ella el suyo.

Esa tarde fui a la cena a casa de Damián y Rachel, Mía estuvo ahí, pero ninguno de los dos se dirigió la palabra.

Ella cumpliría en que solo seríamos dos desconocidos.

Los días continuaron pasando, hasta que dieron inicio mis clases nocturnas.

Llegué puntual, la mayoría de las personas en la clase eran personas mucho más adultas que yo.

Al salón entro una joven que se presentó con el nombre de Denisse.

–Hola a todos, yo seré su instructora me llamo Denisse, sean bienvenidos.– yo estaba sentado en la parte de atrás.

Pero claro vi cuando la jovencita que tenía Días sin ver entro corriendo al salón.

–Lamento la tardanza, mi nombre es Mía Williams, seré su nueva instructora– se presentó e hizo un saludo con la mano.

–Eso es imposible, yo seré la instructora de este grupo, así que piérdete– la tal Denisse la empujó.

–No vuelvas a tocarme, a mí me asignaron esta clase, pero como te encanta quedarte con lo que me pertenece no dudo que sea una de tus artimañas.–

–¿Cómo a Alan? Tu amado noviecito que te engañaba conmigo desde el primer mes de noviazgo, ja, ja, ja vieras como nos divertíamos poniéndote los cuernos más largos que un venado rey. –

–Alpha–

–¿Qué?– pregunto la ignorante.

–Un venado alpha. De haber sabido que Alan se revolcaba en la mierda desde cuándo hubiera sido totalmente tuyo, Denisse tragátelo, no me interesa, yo ya tengo novio–

–¿Ya tienes novio? No seas mentirosa, tú amabas tanto a Alan que dudo que tengas pareja, seguro aún sigues llorando por él–

–Si lloro de placer en los brazos de un hombre de verdad, viejo, si viniste– Mía alzó su mano hacia mí con una enorme sonrisa.

¿Qué?

–Denisse… Quiero presentarte a mi novio. Ven aquí viejo– todo el salón volteo a verme y Denisse comenzó a reír.

–¿Crees que voy a creer esa farsa? El ni siquiera te sonrió y es más ni siquiera se ha parado.– me puse en pie sin decir ni una sola palabra.

El rostro de esa mujer cambió y Mía se me quedó viendo.

Cuándo estaba frente a Mía, la tomé de la cintura.

–No hace falta decir nada cuando puedo saludarte de esta manera, peque.– llevé mi mano detrás de su nuca y la besé.

Ella parecía sorprendida, pero todos los del salón comenzaron a aplaudir.

Cuándo el beso terminó, Denisse no estaba en el salón.

–¿No sabía que te besaras con un desconocido?– le susurré al oído.

–Ahora eres mi novio falso.–  Me hablo cerca al oído.

–Yo no tengo novias–

–Que bien por qué me gusta ser la única–

Aprendiendo a amar. Where stories live. Discover now