Capítulo XII: "De la Cima al Abismo" Finale

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El camino hacia la casa de mi padre se siente eterno. Mi corazón late desbocado, y la ansiedad se apodera de mí. No quiero preocupar a nadie más con mis problemas, pero este es el último lugar al que querría ir. La casa de mi infancia, donde una vez fuimos una familia feliz, ahora no es más que concreto y ladrillos que contienen recuerdos dolorosos.

Al llegar, me doy cuenta de que mi padre no está. La casa está en un completo desorden, con botellas de alcohol esparcidas por todos lados. Eris me regaña, recordándome todo lo malo que mi padre me hizo, pero no puedo evitar sentir compasión y dolor por él. A pesar de todo, sigue siendo mi padre, y una parte de mí desea que las cosas fueran diferentes.

Me dirijo a mi habitación, que sigue intacta como la dejé años atrás. Llorando con el alma vacía, empiezo a desempacar mis pocas pertenencias. Mientras tanto, no puedo evitar mirar constantemente el celular, esperanzada de que Nate me llame. Pero el teléfono permanece en silencio.

El cansancio y la tensión me agobian, y sin darme cuenta, me quedo dormida con el celular aún en la mano. De repente, una llamada me despierta, y mi corazón da un vuelco. Sin mirar quién es, contesto desesperada, creyendo que es Nate. Pero en lugar de su voz, escucho los sollozos de mi mejor amiga, Celeste.

– Adara, no es como decirte esto, pero...Osvaldo falleció. – dice Celeste con voz quebrada.

Mis ojos se abren desmesuradamente, y un nudo en el estómago me deja sin aliento. Osvaldo, mi abuelo postizo, la persona que siempre estuvo para mí, especialmente cuando mi madre enfermó. Era él quien me brindaba apoyo y cariño cuando más lo necesitaba.

– No puede ser... – susurro, sin poder creer lo que acabo de escuchar.

– Lo siento tanto, Adara. Lo encontró mamá esta mañana en su casa, ya no respiraba... – dice Celeste entre sollozos.

Mis manos tiemblan, y siento que el mundo se desmorona a mi alrededor. Osvaldo era un pilar fundamental en mi vida, alguien que me mostró que aún en los momentos más oscuros, hay personas dispuestas a brindar ayuda y amor. No puedo evitar sentir un profundo dolor y vacío.

El celular se me escapa de las manos y cae al suelo, pero ya no importa. Un enorme pánico me invade, y siento como si el aire se escapara de mis pulmones. Mis pensamientos se nublan, y solo puedo pensar en la pérdida de Osvaldo, de ese ser especial que me enseñó a apreciar el aroma de un buen café por la mañana, nuestras interminables charlas, me enseñó a reflexionar sobre tantas cosas.

La realidad se desdibuja a mi alrededor mientras la ansiedad me aprisiona. Me cuesta respirar, y las lágrimas no cesan de caer. Es como si mi corazón estuviera siendo arrancado de mi pecho, y la desesperación me consume por completo.

En medio del caos emocional, escucho como desde el piso, Celeste sigue hablando, intentando consolarme, pero sus palabras apenas llegan a mi mente. Estoy sumida en una profunda tristeza, enfrentando la pérdida de Osvaldo mientras me siento más sola que nunca.

Todo se vuelve borroso, y solo puedo aferrarme a los recuerdos que tengo de él. Osvaldo siempre será una parte importante de mi vida, un ser querido que dejó una huella imborrable en mi corazón.

Me siento como si el mundo se derrumbara a mi alrededor. La angustia, el dolor y la impotencia me consumen, y no sé cómo enfrentar todas estas emociones abrumadoras. En un arrebato de desesperación, comienzo a destrozar todo lo que encuentro a mi paso en mi habitación.

Con cada objeto que golpeo contra la pared o que lanzo al suelo, siento un alivio momentáneo. El sonido de las cosas rompiéndose y el caos que creo en mi habitación reflejan el caos que siento dentro de mí. Grito con todas mis fuerzas, liberando todo lo que llevo acumulado en mi pecho.

El espiral [Parte 1 y Parte 2]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें