— ¡Habla! –golpeó al pecho de él.

— Si ella te ve aquí seguirá haciéndose ideas en la cabeza. Y eso no debe pasar.

— ¿Qué, exactamente?

— Ella es mi prometida... y debe seguir siéndolo. Breen, por favor...

«Márchate»

Lo dicho fue un bumerán sin retorno. Ahí Breen entendió que lo vivido en Kmarrú había sido parte de la diversión del viaje.

— ¿Hay alguien? –llamaba Richi– ¿Lobo? ¿Breen? –susurró algo más bajo la segunda vez.

— Pasa.

Ya eran tres dentro del baño. No obstante, solo uno contaba con la disposición para crear un plan de escape a la situación.

— ¿Qué haremos? Hay que mentir –consultó a su amigo–. Diré que es mi novia, o una prima segunda, las posibilidades son

— No –lo interrumpió Lobo.

— ¿Por qué no?

Richi los observó a ambos de hito en hito, no pasando por alto el rostro sonrojado de la chica.

— Lina la conoce. No pecará de ingenua.

— Me iré, Richi. De todas, formas no tengo derecho a estar en esta celebración.

— ¿Qué dices? Heila querrá verte... oye no puedes

En el acto buscó la mirada de su amigo, aunque, al parecer ya ellos habían tomado una decisión antes de que él llegara a la escena. Lina llamó al móvil de su prometido en ese instante, por tanto, Lobo mintió alegando estar junto a la novia. En acto seguido, se retiró y Richi quedó viendo a la abogada con pena.

— Si sabes que mi amigo te quiere a ti...

— Ahora mismo eso no sirve de nada. No es ella la que se escabullirá, ni seré yo quien lo sostenga a él del brazo durante la ceremonia.

En el departamento Breen se topó con una nota de Andrea: «Salí con el chico del delivery. Llevo encontrándomelo tantas veces en otros sitios que creo que es el destino. Por cierto, espero hayas bailado toda la noche abrazada al cuello de Lobo».

Breen estrujó la nota, porque ella había planeado justamente eso y con todo, allí estaba. Ni boda, ni bailes y mucho menos Lobo. Cambió su atuendo por una ducha, se lavó la cabeza, secó y peinó su cabello después de haberse acomodado dentro de su pijama. Luego, embutió más de una barra de kitkat sentada en el sofá hasta decidir que se iría a la cama. De tal forma quizá consiguiera dejar estar lo ocurrido.

Tras despertarse horas más tarde, Breen dio un vistazo al reloj sobre la mesa de noche con gesto afligido para confirmar dos cosas: uno, Aldo y Heila ya deberían estar casados, y dos: todavía no pasaban las horas suficientes como para que fiesta de ellos acabase. Por ende, Lobo de seguro habría zafado ya su corbata, además, debía de estar bailando con Lina. Durarían toda la noche juntos porque el festejo se extendería hasta el amanecer. Y ella no estaría presente; ella tenía sus ojos llorosos, una casa vacía, y una culpa que la arrollaba por dentro.

Kmarrú había sido un error.

De repente, el silencio se nubló cuando Breen escuchó un silbido por intervalos hasta ser sustituido por una melodía. Arrugó el entrecejo, atenta para descifrar la canción. Se oía muy cerca.

«Making love out of nothing. »

Continúo sonado a la par mientras Breen abandonaba su cama yendo a averiguar la procedencia de la canción. Abrió la puerta del departamento. Entonces, parpadeó sintiéndose incapaz de emitir palabra al tiempo en que reconocía sus sentimientos encontrados a consecuencia de toparse con Lobo. Él cargaba una enorme caja rectangular encima de la cual estaba el móvil reproduciendo la canción.

En la Trampa del Lobo (Completa) ✔Where stories live. Discover now